Pensamiento Crítico

3 tardío. Si el nuevo imperialismo disemina sus guerras de conquista por todo el orbe, repartiéndose el planeta, sus recursos naturales y la biodiversidad entre unas pocas firmas y empresas, el nuevo patrón de acumulación profundiza la subsunción real del trabajo en el capital, intensifica la explotación de la fuerza de trabajo ocupada, genera millones de trabajadores desocupados, destruye sistemáticamente el medio ambiente, refuerza el patriarcalismo —y otras formas “arcaicas”, ahora resignificadas— y somete toda la sociedad a la mercantilización, a la dominación de la subjetividad, al control del pensamiento y a la vigilancia. Junto con el militarismo multiplicado a escala universal, en el capitalismo contemporáneo tampoco puede obviarse la construcción de una inédita hegemonía cultural norteamericana a escala planetaria basada en los monopolios de la comunicación masiva y en el complejo industrial hollywoodense de la imagen que imponen a todo el mundo el american way of life . En el campo universitario dicha hegemonía mundial ha tenido variadas formas de legitimación ideológica y teórica según sea la disciplina en cuestión. Sus propulsores han apelado tanto a los postulados monetaristas de la economía neoclásica como a los discursos posmodernos de “la diferencia”, la “identidad” y el “giro lingüístico”, sin olvidarnos tampoco del posestructuralismo y el posmarxismo, entre muchos otros relatos académicos (Kohan, 2005c). Pues bien, en el presente ensayo partimos del presupuesto que si analizamos la sociedad capitalista mundial y la historia de sus últimas décadas en América Latina desde una perspectiva crítica, la emergencia del neoliberalismo y muchas de estas transformaciones que lo acompañaron —tanto en el mundo terrenal del mercado capitalista como en el cielo cultural de la teoría posmoderna— conforman una respuesta frente a un desafío. La ofensiva capitalista de las últimas décadas no ha constituido en realidad más que una contraofensiva . El avance neoliberal, ni espontáneo ni automático, ha sido, evidentemente, un contraataque . ¿Un contraataque frente a qué y quién? ¿Una contraofensiva para enfrentar cuál ofensiva? Comenzar a responder estas preguntas en América Latina constituye un primer paso para resolver el enigma de la Esfinge. Desde nuestro punto de vista, el neoliberalismo ha constituido una respuesta capitalista frente a la crisis de hegemonía que el capital padeció a escala continental y mundial durante los años ’60 . Del mismo modo que hoy no puede comprenderse la reacción del fascismo, del franquismo y del nazismo de los años ’30 (y ni siquiera el estado de bienestar y las políticas keynesianas preventivas posteriores a 1929) si no damos cuenta de la inmensa amenaza política y cultural que significó para la dominación mundial del capital la revolución bolchevique de 1917 y la ofensiva consejista de los ’20; así tampoco puede comprenderse la contraofensiva capitalista que se inicia a nivel mundial tras la crisis del petróleo de los ’70 (signada en América latina por toda una serie de dictaduras militares) si no se da cuenta de la aguda amenaza política y cultural que se inicia con la revolución cubana y otros procesos sociales contemporáneos (como la revolución cultural china o la guerra de Vietnam). Una amenaza que atravesará toda la década de los ’60 y llegará hasta principios de los ’70. Un asedio frente a las aceitadas redes de la dominación social (económica, política, militar, ideológica y cultural) que comienza con la revolución cubana y que probablemente se extiende —a nivel mundial— hasta la victoria vietnamita de 1975, pasando por toda la serie de levantamientos obreros y estudiantiles de 1968 en las

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