Utopía y Praxis Latinoamericana - Vol. 25 - Núm. 89
SOTELO VALENCIA Marxismo y Dependencia 88 dependientes subordinados a los ciclos y dinámicas de la economía capitalista central de los países avanzados. Podríamos decir sintéticamente que la principal diferencia y contradicción entre el capitalismo central y el dependiente es la que se expresa en la prevalencia de la plusvalía relativa en el primero, y de la superexplotación en el segundo, generándose de este modo una complementariedad histórico-estructural entre ambos. LA SUPEREXPLOTACIÓN DE LA FUERZA DE TRABAJO COMO PISO Y EJE DEL CAPITALISMO DEPENDIENTE Desde su surgimiento, a mediados de la década de los sesenta del siglo pasado, la teoría de la dependencia fue superando sus contradicciones y limitaciones hasta alcanzar hoy un status de pensamiento social y crítico actualizado en sus propósitos de comprender y explicar la posición de América Latina en el acontecer del capitalismo mundial en crisis y decadencia civilizacional, ambiental y planetaria. En una memorable entrevista Marini expresó lo siguiente al respecto: (…) la teoría de la dependencia no nace como pensamiento marxista , incorpora instrumentos marxistas…mientras más avanza en sus planteamientos, más necesidad tiene del marxismo hasta finalmente plantearse enteramente en el plano del marxismo. La conclusión de lo anterior es que entre más se desarrolle la TMD, más desecha las adherencias, los conceptos, categorías y métodos provenientes del estructural-funcionalismo que, en muchas ocasiones, confundieron la verdadera esencia de la dependencia que generalmente se atribuyó a autores y escuelas identificadas con aquélla corriente del pensamiento dominante. Muchos autores sostuvieron, sin fundamentos, que tanto el pensamiento de Marini, como la teoría por la que él bregó toda su vida, no eran sino una expresión radicalizada, de la “izquierda” de la CEPAL. Así, por ejemplo, Mires afirma que: “Aunque en su contenido esencial las tesis de Marini no se diferenciaban mayormente de las de Frank, ni de las de la CEPAL, fue evidente que el autor intentó fundar una nueva teoría ¿Y para qué fundar una teoría si ya era predominante la de la CEPAL a la que, según el autor, se adscribía el mismo Marini al que el crítico encajona en una de las “cuatro ramas del desarrollismo”? Aun los que reconocieron la existencia de la teoría de la dependencia, incluso en la academia, conforme finalizaba la década de los setenta y se aproximaba la de los ochenta y noventa, se multiplicaron los juicios que anunciaban, sin argumentos sólidos y creíbles, la defunción de esta teoría supuestamente por los cambios vertiginosos que experimentaba América Latina y la economía mundial y a los que ya no correspondían los conceptos y categorías levantados por aquélla. Incluso un autor marxista como Agustín Cueva, que fue uno de los más serios críticos de Marini bajo la perspectiva del marxismo ortodoxo, como dice Alejandro Moreano en su Presentación del libro de ese autor, Al cabo de los años, es evidente que las tesis más avanzadas de la teoría de la dependencia han mostrado su sorprendente validez. Agustín Cueva lo reconoció en varias ocasiones, y Ruy Mauro Marini —cuyo texto Dialéctica de la dependencia es sin duda el mayor esfuerzo teórico de interpretación de América Latina— aceptó los aportes de Cueva al debate. Entre otros cambios referidos —que no solamente validan la TMD, sino que la potencian para explicar el acontecer contemporáneo— podemos apuntar la expansión de las grandes empresas trasnacionales-red apoyadas tanto en los Estados dependientes como en los imperialistas, adoptando la globalización, la democratización y la “defensa” de los derechos humanos como “valores universales”. Esto reforzó la cohesión del capital en los niveles industrial, comercial, rentista, bancario, financiero y ficticio, con lo que se
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