Utopía y Praxis Latinoamericana - Vol. 25 - Núm. 89

Utopía y Praxis Latinoamericana; ISSN 1316-5216; ISSN-e 2477-9555 Año 25, n° 89 (abril-junio), 2020, pp. 70-82 79 rumbo y las tareas concretas que conduzcan a su propia revolución. Ellos conocen más que nadie la realidad en que actúan y están en mejores condiciones para trazar sus objetivos y los métodos para alcanzarlos 27 . El dirigente chileno aceptaba que en algunos países de América Latina pudiera repetirse la experiencia del foco guerrillero, pero aclaraba que para ello no era suficiente la voluntad de un pequeño grupo si no contaban en su país con condiciones medianamente favorables, en proceso de maduración. Recordaba además la advertencia de Lenin sobre el sacrificio inútil de vidas cuando no se analizaba correctamente el momento de acción armada y el costo que esto podía tener para el movimiento revolucionario. Para Corvalán, la unión de los movimientos antiimperialistas no debía basarse en la imposición de una u otra forma de lucha, ni en una polémica pública que “lleva generalmente consigo la adjetivación innecesaria y la arbitraria calificación de actitudes. El resultado principal de la polémica llevada en esta forma es el agravamiento y no la superación de las dificultades […] El mejor método para llegar al entendimiento es, indiscutiblemente, el contacto directo, el encuentro bilateral y multilateral, el diálogo fraternal y no ofensivo y, paralelamente y sobre todo, el desarrollo de las acciones comunes” 28 . Esto fue reafirmado en agosto de ese mismo año en la Conferencia de la OLAS en La Habana, donde expresó la convicción de que cada país llegaría al socialismo “conforme a sus propias características nacionales” 29 . Corvalán consideraba que los comités de OLAS de los diferentes países debían jugar un rol fundamental en el desarrollo de acciones comunes en el marco de una amplia lucha contra el enemigo común. De alguna forma, el artículo de Corvalán alertaba sobre las divisiones que, de hecho, se estaban sucediendo en los sectores de izquierda desde inicios de los 60. Frente a las crecientes divisiones entre los revolucionarios que, por diferentes motivos, se inclinan a posiciones contrarias a los partidos comunistas y a la Unión Soviética, los comunistas debían adoptar una posición de permanente búsqueda de la unidad y no de confrontación. Porque la pugna por la dirección del movimiento revolucionario, y una comprensible batalla ideológica, significaba “un obsequio al imperialismo”, que, en estrecha relación con las oligarquías locales, desplegaría todas las armas posibles para la división del movimiento revolucionario. Este planteo no era simplemente declamatorio. El PC chileno venía insistiendo en la necesidad de unidad sobre todo con el Partido Socialista, como columna central de un Frente de Acción Popular, uno de los antecedentes de la Unión Popular que triunfaría en 1970. Algo que Galo Golzáles había planteado en 1956 durante el X Congreso del PC chileno: “cada vez que socialistas y comunistas marchamos unidos la clase obrera salió ganando y cada vez que nos apartamos o peleamos entre sí, el enemigo obtuvo ventajas” 30 . Posteriormente, los debates se alimentarán por el fracaso de las experiencias guerrilleras en la segunda mitad de los años ´60, y el progresivo estrechamiento de las relaciones entre Cuba y la URSS a partir de 1968. La idea de que los propios revolucionarios de cada país eran lo que debía definir las vías de acción revolucionaria volvió a resonar, cuando los intentos de lucha armada, que seguían la inspiración cubana, enfrentaron condiciones adversas y fueron aislados y eliminados por los ejércitos estatales. Una interpretación de estos intentos fue sintetizada en un reciente libro de Nils Castro de la siguiente forma: Si bien dichos intentos se inscribieron en los ideales de una vanguardia, no siempre se correspondieron con las condiciones, demandas, desarrollos ideológicos y posibilidades reales de las diversas sociedades nacionales sobre las cuales fueron proyectados. En términos guevaristas, 27 CORVALAN, L. (1982). Informe al XIII Congreso del Partido, 10 de octubre de 1965. Tres períodos en nuestra línea revolucionaria. Berlín. Dietz Verlag, p.34. 28 CORVALAN, L. (1928). “Unión de las fuerzas antiimperialistas”. Revista Internacional 6 junio de 1967. Tres períodos en nuestra línea revolucionaria. Berlín. Dietz Verlag, p.37. 29 YOPO, B. (1988). “Las relaciones internacionales del Partico Comunista”. VARAS, A. El Partido Comunista en Chile. Santiago. CESOC- FLACSO, p.385 30 Citado en CORVALAN, L. (1982). “Unión de las fuerzas antiimperialistas” . Tres períodos en nuestra línea revolucionaria. Berlín. Dietz Verlag, p.42.

RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=