Utopía y Praxis Latinoamericana - Vol. 25 - Núm. 89

MASSHOLDER La cultura comunista de mediados del siglo XX… 78 Esta crítica a la “doble línea” remite sin dudas a la posición del PC chino y su postura sobre la necesidad de “dos patas” que comentáramos anteriormente, aclarando además que la defensa de la vía pacífica no implicaba pasividad, reformismo, legalismo o conciliación de clases, sino una forma concreta en la que el proletariado, a través de las luchas por reivindicaciones democráticas de soberanía nacional, libertades públicas y la paz, va aislando a sus enemigos principales y acumula fuerzas para el apoyo de las transformaciones hacia el socialismo. Como bien ha demostrado Rolando Álvarez Vallejos, la reducción de la experiencia histórica del PC chileno al “parlamentarismo” con una connotación claramente peyorativa, deja afuera todo un conjunto de prácticas de lucha que pueden ser entendidas como “violentas”, e incluso “ilegales”, como tomas de terrenos, luchas campesinas, huelgas y otras manifestaciones callejeras 23 . Las lecturas sobre la experiencia chilena, en efecto, no han escapado a los esquemas bidimensionales de “reforma” o “revolución”, de larga data en los debates en la izquierda internacional, y han entendido el “parlamentarismo” chileno como algo desligado de la “lucha de masas”, sin la cual “el parlamentario, alcalde o regidor comunista nada podía hacer” 24 . Estos temas cristalizaron en buena medida durante el XIII Congreso partidario en 1965, cuando se introdujo la idea de la “vía no armada” que de alguna forma abarcaba tanto las luchas “pacíficas”, asociadas generalmente a la actividad parlamentaria, y las experiencias revestidas de cierto grado de violencia. Con todo, se valoraba el proceso cubano, como puede observarse en otro artículo titulado “La vía pacífica y la alternativa de la vía violenta”, aparecida en el número 86 de Principios . Corvalán señala allí que la Revolución cubana abría una nueva perspectiva al incorporar la guerrilla como vía revolucionaria. Aunque el autor sostiene que aquella vía no era trasladable a otras realidades latinoamericanas, representaba una demostración de que la revolución era posible “en cualquiera de nuestros países”. Y así, “surgirán una segunda Cuba, una tercera Cuba y otras más, tantas como países hay en el continente. Conforme a sus propias características nacionales, con métodos y formas que correspondan a cada realidad particular, todos los pueblos latinoamericanos seguirán el ejemplo cubano.” 25 Este último, había demostrado que los esquemas preestablecidos podían ser alterados por los mismos procesos, y que “pueden llegar al socialismo fuerzas que en los primeros pasos de la revolución sustentan en algún grado una ideología burguesa” 26 . A mediados de 1967, Corvalán publicó en Revista Internacional un artículo convocando a solidarizarse con la lucha de los movimientos antiimperialistas del continente y especialmente con Cuba y Vietnam. Escribía entonces: En la medida que el imperialismo, con la complicidad de las oligarquías del continente, logra pasar por encima del principio de no intervención, hace caso omiso de la soberanía de cada país, no respeta las fronteras geográficas y se guía por la doctrina de las fronteras ideológicas, los revolucionarios se ven obligados a llevar su solidaridad a nueva altura, incluso participando directamente en las luchas liberadoras de otros pueblos hermanos, siempre, claro está, que así lo requiera el movimiento revolucionario de esos pueblos y que se coloquen a su servicio y actúen bajo su dirección […] son los revolucionarios de cada país los que determinan, en todos sus aspectos, el 23 ÁLVAREZ VALLEJO, R. (2007). “¿Reforma o revolución?: Lucha de masas y la vía no armada al socialismo. El Partido Comunista Chileno 1965-1973”. CONCHEIRO, E.. MODONESI, M. y CRESPO, H. (coordinadores), El comunismo: otras miradas desde América Latina . México D.F. UNAM, p.323. 24 ÁLVAREZ VALLEJO, R. (2007). “¿Reforma o revolución?: Lucha de masas y la vía no armada al socialismo. El Partido Comunista Chileno 1965-1973”. CONCHEIRO, E.. MODONESI, M. y CRESPO, H. (coordinadores), El comunismo: otras miradas desde América Latina . México D.F. UNAM, p.324. 25 CORVALAN, L. (1982). Informe al XIII Congreso del Partido, 10 de octubre de 1965. Tres períodos en nuestra línea revolucionaria. Berlín. Dietz Verlag, 12. El “método” aliancista del PC chileno le había permitido al FRAP en 1961 pasar de tener veinticinco a cuarenta diputados y elevar el número de senadores a nueve. El PC, particlarmente, pasó de siete a dieciséis diputados, alcanzando a 4 senadores. VéaseVENEGAS BLADEBENITO, H. (2003), “El Partido Comunista de Chile: antecedentes ideológicos de su estrategia hacia la Unidad Popular (1961-1970). Revista de Historia Social y de las Mentalidades. Departamento de Historia, Universidad de Santiago de Chile, No 7, Vol. 2, pp.45-69. 26 CORVALAN, L. (1982). Informe al XIII Congreso del Partido, 10 de octubre de 1965. Tres períodos en nuestra línea revolucionaria. Berlín. Dietz Verlag, p.18.

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