Utopía y Praxis Latinoamericana - Vol. 25 - Núm. 89
MASSHOLDER La cultura comunista de mediados del siglo XX… 74 2 LA SUBJETIVIDAD POLÍTICA DE LA MILITANCIA Para comprender la posición subjetiva desde la cual los militantes se insertan en la práctica política, nos resulta muy útil el planteo de Karl Mannheim según el cual la formación de la conciencia tiene directa relación con las vivencias que se depositan como “primeras impresiones”, como “vivencias de juventud”, y cuáles son las que vienen en un segundo o tercer estrato, ya que son las primeras impresiones las que tienden a quedar fijadas como una “imagen natural del mundo” 9 . En esta línea, es importante recordad que el despertar político de aquellos que nacieron a principios del siglo XX, se dio en un contexto internacional signado por al triunfo de la Revolución Rusa, el ascenso del movimiento comunista mundial, y un marcado humanitarismo antibélico en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial. Ese fue el marco de las “primeras impresiones”, que permanecerán vivas y determinantes en la recepción de acontecimientos históricos posteriores, y que permiten comprender, entre otras cosas, la admiración y el apoyo casi incondicional a la URSS como portavoz de la línea central del MCI. La forma en la que el comunismo formó a sus militantes en estas concepciones, en consonancia con el ejemplo de la Unión Soviética, pueden resultarnos hoy criticables. Sin embargo, a fin de comprender la subjetividad de los comunistas de entonces, es fundamental considerar la magnitud de la influencia soviética como referencia en la organización de la militancia. En definitiva, aquellas concepciones eran las que había permitido que la Unión Soviética llegara a ser lo que era. Repasemos además algunos datos que ilustrativos brindados por Fernando Claudín: luego de la Segunda Guerra Mundial había 14 millones de comunistas organizados fuera de la URSS. Antes, sólo cerca de 1 millón. En América Latina, se pasó de 90 mil en 1939 a 500.000 en 1947. El poderío mostrado por la URSS tras la Guerra reforzó su liderazgo frente al movimiento comunista internacional, y todos sus errores sería leídos como “exigencias inexorables” del proceso de su avance 10 . Para comprender el impacto de la Revolución Cubana en la militancia comunista es importante también explorar la forma en que los comunistas cubanos fueron “leyendo” los procesos de su país. La posición del Partido Socialista Popular (Partido Comunista) respecto a la lucha armada que Fidel y sus hombres estaban llevando adelante, había generado discrepancias también al interior de dicho partido. Tal como lo recordada el propio Juan Marinello: “[e]xistían diversas opiniones. Finalmente, logramos imponernos lo que teníamos confianza en Fidel y en su victoria. Y apoyamos la lucha guerrillera. […] En primer lugar, Blas [Roca], que con esa gran visión que tenía vio en Fidel al gran Líder. También Carlos Rafael [Rodríguez] –en 1958 subió a la Sierra enviado por el partido.-, Flavio Bravo, Lionel Soto, Osvaldo Sánchez y otros compañeros que apoyaron la lucha guerrillera” 11 . En 1959 el MCI se encontraba convulsionado no sólo por las revelaciones del XX Congreso del PCUS y los sucesos de Hungría, sino también por incipiente conflicto chino-soviético centrado, justamente, en las discusiones sobre la vía al socialismo. El PC chino había manifestado su oposición a una de las tesis de apoyo a la vía pacífica sostenidas por el congreso soviético de 1956. Los comunistas chinos encontraban en la posición soviética una negación de los principios de la propia Revolución de Octubre en Rusia, reduciendo la estrategia política a la vía parlamentaria, y sostenían que la revolución debía sostenerse en “dos piernas”, esto es, la lucha armada y la vía pacífica. Este es el contexto en que se inserta la recepción de la Revolución Cubana en los partidos comunistas de América Latina. En todas ellas, sin embargo, hubo matices y particularidades que, por lo menos para el caso chileno, reposan en la propia tradición política partidaria propia. Tal como se anunció, nos detendremos ahora en el caso chileno. 9 MANNHEIM, K., “El problema de las generaciones”, Revista Española de Investigaciones Sociológicas, Nº 62, Madrid. CIS www.reis.cis.es, p. 216. 10 CLAUDIN, F. (1979). La crisis del movimiento comunista. París. Ediciones Ruedo Ibérico, pp.281-286. 11 BAEZ, L. (1995). Memoria inédita. Conversaciones con Juan Marinello. La Habana. Editorial SI-MAR S.A, p.165.
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