Utopía y Praxis Latinoamericana - Vol. 25 - Núm. 89
Utopía y Praxis Latinoamericana; ISSN 1316-5216; ISSN-e 2477-9555 Año 25, n° 89 (abril-junio), 2020, pp. 55-69 63 su criterio cronológico está demasiado desbalanceado por haber privilegiado sesgadamente un ángulo jurídico (no casualmente en sus memorias Kovalevsky recordaba ciertos reproches de Marx hacia sus estudios de derecho comparado en detrimento de la reconstrucción de las formas sociales de producción y reproducción de la vida de los pueblos bajo sometimiento colonial. Recorriendo las notas del Cuaderno Kovalevsky , por ejemplo las referidas a los pueblos de América, se comprende las razones que tenía Marx en formularle dichos reproches). En tercer lugar, Marx vuelve sobre sus teorizaciones previas acerca del “modo de producción asiático” (inicialmente elaboradas en 1853 a partir de su estudio del comercio exterior de Inglaterra con las colonias [Mandel: [1968] 1974, p.135] y desarrolladas en 1857-1858 en las Formen , al final del primer tomo de los Grundrisse ), poniendo en septiembre de 1879 énfasis no tanto en el polo del fortalecimiento estatal- burocrático encargado de las gigantescas obras de regadío (cuando hace referencia a las formas estatales de la India, Marx comenta, enumera y destaca principalmente las funciones judiciales, diferenciándose también en ese plano del pensamiento jurídico de Kovalevsky) sino más bien en las supervivencias comunitarias y en la coexistencia de una variedad de formas sociales de vincularse con la tierra. Dentro de estas últimas, la propiedad comunal estructurada a partir del parentesco y el linaje conviven en la India con la propiedad aldeana indivisa vinculada al territorio, coexistiendo ambas con formas de posesión familiar campesina de la tierra (periódicamente intercambiable y permutable), así como también con apropiación privada, tanto de sucesivos recaudadores de impuestos y tributos que a cambio de deudas usurarias se van quedando con parte de la propiedad de las comunidades como con ataques premeditados y planificados desde los colonialismos, principalmente inglés (en la India), francés (en Argelia) y español (en América), contra la supervivencia de formas comunitarias. Estos colonialismos, sobre todo el británico durante el siglo XIX, ven en la supervivencia comunitaria no sólo un peligro económico cuando ésta no puede cumplir con los impuestos y tributos leoninos a los que es sometida sino, también, un potencial peligro político, base de la resistencia indígena y de posibles sublevaciones campesinas, como la que tuvo lugar en 1857-1858 en la India (Marx: “La sublevación India”, en New York Daily Tribune , 29/8/1857, en Marx y Engels: 1979 a, pp.134-135), el mismo año en que Marx redacta sus Grundrisse . Comparando el levantamiento de los cipayos de 1857 contra el imperio británico en la India, con la relativa “quietud” de los obreros europeos del mismo período, Marx le confiesa en una carta de 1858 a Engels, en un tono anticolonialista radicalmente diferente a sus escritos de 1853, que: “ La India es ahora nuestro mejor aliado ” (Anderson: 2015, p.48). Este tipo de reflexiones deja en claro que para Marx, habiendo superado ya los resabios heredados de la filosofía universal del sistema hegeliano, las sociedades no occidentales… Sí tienen historia. En cuarto lugar, inmediatamente antes de recibir e intentar contestar la carta de Vera Zasulich (1881) que tantas interrogaciones le provocara (vinculada no sólo a “la cuestión rusa” sino también a la teoría inacabada de la renta del suelo del tomo III de El Capital ), Marx profundiza en la coexistencia de diversos tipos de relaciones sociales en las formaciones económico-sociales periféricas, precapitalistas e incluso en las capitalistas. Las formas comunitarias conviven allí con formas privadas y capitalistas, fenómeno que no es privativo de la India (estudiada por Kovalevsky), sino también de Rusia (como se plantea explícitamente en la correspondencia con Vera Zasulich, inmediatamente posterior) y también de otros continentes, como es el caso de las sociedades americanas, según advierten Kovalevsky y Marx, y posteriormente muchos de sus continuadores (Mariátegui: 1986, p.64; 1991, pp.78-9; 2010, pp.50-1; Vitale: [1967] 1985, p.243 y 1992, p.92; Bassols Batalla: 1985, pp.156-7). En las notas de Kovalevsky, extractadas y comentadas en el cuaderno de septiembre de 1879, Marx observa que los colonialistas españoles no pudieron destruir completamente la vida social ni las comunidades del mundo americano (a pesar de las encomiendas, los “repartimientos”, los tributos, los trabajos forzados, la servidumbre indígena e incluso la esclavitud de enteras poblaciones negras traídas de manera violenta desde África). Sin embargo, apunta que la servidumbre hereditaria, el robo y la política del exterminio
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