Utopía y Praxis Latinoamericana - Vol. 25 - Núm. 89

KOHAN El Marx tardío y la concepción multilineal de la historia 62 Su cambio de paradigma no abarca sólo sus posicionamientos políticos —como el abandono de todo “cosmopolitismo” en función de la defensa de la independencia nacional de Polonia e Irlanda, el análisis crítico del estrecho vínculo entre dominación de clase y etnia en la guerra civil estadounidense, sus simpatías anticolonialistas explícitas a favor de los levantamientos chinos e indios y de la resistencia de Benito Juárez en México frente a las invasiones europeas o su entusiasmo por la lucha insurgente de los narodniki contra la autocracia zarista y en defensa de la comuna rural rusa— sino que, al mismo tiempo, reconfigura la matriz central de su concepción materialista y multilineal de la historia y la mirada de conjunto de su teoría crítica de la modernidad capitalista occidental. El Cuaderno Kovalevsky reconfirma el viraje realizado por Marx en muchos escritos e investigaciones pertenecientes a esta nueva problemática y es una pieza central dentro de ese nuevo paradigma de racionalidad histórica. Sólo pagando el altísimo y oneroso costo de ignorar, desconocer u ocultar deliberadamente esa inmensa masa de materiales y textos (desde los Grundrisse y la carta al periódico Anales de la patria hasta el Cuaderno Kovalevsky y la correspondencia —incluyendo borradores— con Vera Zasulich) se puede continuar atribuyendo banalmente a Marx posiciones modernistas, unilineales, occidentalistas, etno y eurocéntricas. Sintetizando los aportes y “novedades” teóricas del Cuaderno Kovalevsky , éstos abren, como mínimo, cinco órdenes de reflexiones. En primer lugar, Marx deja en claro en sus anotaciones y acotaciones, así como en sus correcciones a las notas de Kovalevsky, que en la historia de la humanidad Europa occidental no constituye el “centro esencial”, o sea, su forma social “típica y clásica”, mientras el resto del planeta y las múltiples y coexistentes sociedades y civilizaciones que lo han habitado desde el pasaje de la naturaleza inorgánica a la cultura humana serían, apenas, sus derivados colaterales. Siempre “imperfectos”, sombras y ecos repetidos a posteriori revestidos de una forma epifenoménica. Puras “anomalías” o “desvíos” que encontrarían su sentido y explicación en el cordón histórico umbilical —greco-romano—, supuestamente originario, del cual habrían derivado en formato unilineal todas las otras culturas, sociedades y civilizaciones. Si ese esqueleto de filosofía universal “suprahistórica” —según la terminología crítica empleada, tanto en La Ideología Alemana [1845- 1846] como en la carta al periódico Anales de la patria [1877]— se encuentra metodológicamente viciado desde sus postulados iniciales, entonces la historia mundial no constituye una escalera con cinco peldaños predeterminados y cinco escalones sucesivos, como había postulado Stalin en su ya tradicional modelo unilineal (Melotti, 1974: 19), o sea: comunismo primitivo, esclavitud, feudalismo, capitalismo y socialismo- comunismo (Stalin: [1938] 1941, p.136 y ss.). En segundo lugar, Marx intenta repensar la historia humana no sólo de forma multilineal con sociedades y grandes civilizaciones coexistentes sino además indagando qué existe incluso antes de la comunidad primordial, es decir, en los tiempos remotos y en las formas arcaicas del pasaje de la naturaleza inorgánica a la cultura humana. Para ello reproduce largos parágrafos sobre los grupos sociales americanos como los dakotas, esquimales, pieles rojas, botocudos y “habitantes del Perú” (primeros ejemplos que recorre Kovalevsky en su larga enumeración) a partir de los cuales comienza a explorar qué sucedía antes de que existieran la familia y los roles de sexo (para ello investiga qué elementos acompañaban el entierro de un muerto, asociando dichos elementos con formas rudimentarias de “propiedad”). En esos fragmentos concentrados en las formas arcaicas de los primeros grupos de humanos de la historia remota de América, según la traducción aparece la noción de “rebaño”, dejando abierta la inquietud sobre su homologación o no con “la horda primitiva” cuya reproducción se realizaba mediante la pesca, la caza, la recolección, la guerra y el nomadismo, previa a las comunidades estables de primer y segundo orden, sea de parentesco vinculadas por la sangre o ligadas a un territorio, así como a las tribus (divididas en gens y familias), muchísimo antes de que se formaran las grandes civilizaciones incas, mayas o aztecas. La recopilación de fuentes históricas, descripciones de jurisprudencia y crónicas de viajeros o sacerdotes reunidas en las notas de Kovalevsky le proporcionan a Marx riquísimos materiales para pensar las formaciones sociales americanas, pero por momentos se advierte cierto desorden en la reconstrucción historiográfica del etnógrafo ruso debido a que

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