Utopía y Praxis Latinoamericana - Vol. 25 - Núm. 89

Utopía y Praxis Latinoamericana; ISSN 1316-5216; ISSN-e 2477-9555 Año 25, n° 89 (abril-junio), 2020, pp. 38-54 47 configuración de una agenda de liberación por medio de la construcción de conocimiento, los lugares de frontera cultural y de condición subalterna son espacios especialmente privilegiados. El posicionamiento externo en relación con los constreñimientos del modelo dominante permite observar la realidad en múltiples dimensiones que reconocen la existencia tanto del nosotros subordinado y al mismo tiempo insurgente como de los otros subalternos y hasta reconocer el derecho a la existencia de quienes están alienados al modelo dominante. En los espacios fuera del modelo ideal representado por el campus universitario es posible encontrar una multivocalidad de enunciados, proyecciones de futuro y utopías basados en múltiples historias de resistencia, activa y pasiva, a la imposición capitalista y colonialista, como las versiones más patentes de la Modernidad fuera de las circunscripciones geoculturales de los centros geopolíticos globales. CONCLUSIONES: HACIA LA CONFIGURACIÓN DE PARADIGMAS MULTIVOCALES De este modo, las universidades que dan prioridad a la producción de nuevos saberes, por medio de la investigación, se han visto en una posición de desventaja frente a las universidades destinadas a la producción de conocimientos instrumentales preestablecidos según su funcionalidad dentro del mundo empresarial. Este lugar, que no es el del modelo ideal, pero que tiene que vivir la doble ficción entre la sociedad que vive y la realidad en la que debería vivir, es un lugar de dobles o de múltiples conciencias. Estas conciencias día o pluritópicas se han configurado desde la necesidad de respetar múltiples modos de vida, por lo que se encuentran cargadas de potenciales epistémicos de frontera (cf. Mignolo, 2001). En la configuración de una agenda de liberación por medio de la construcción de conocimiento, los lugares de frontera cultural y de condición subalterna son espacios especialmente privilegiados. El posicionamiento externo en relación con los constreñimientos del modelo dominante permite observar la realidad en múltiples dimensiones que reconocen la existencia tanto del nosotros subordinado y al mismo tiempo insurgente como de los otros subalternos y hasta reconocer el derecho a la existencia de quienes están alienados al modelo dominante. En los espacios fuera del modelo ideal representado por el campus universitario es posible encontrar una multivocalidad de enunciados, proyecciones de futuro y utopías basados en múltiples historias de resistencia, activa y pasiva, a la imposición capitalista y colonialista, como las versiones más patentes de la Modernidad fuera de las circunscripciones geoculturales de los centros geopolíticos globales. La experiencia histórica del colonialismo ha sido constitutiva de la configuración de los centros globales de producción de conocimiento. Esta determinación mutua ha sido de una manera tal que el poder de imponer modos de vida de forma unidireccional y por medio de la violencia, en el presente, es correlativa con la autoridad intelectual para enunciar “verdades” acerca de las sociedades colonizadas. La imposición violenta de formas culturales ha derivado en la configuración de retóricas presentadas como juicios monolíticos dirigidos a legitimar los actos impositivos. Al mismo tiempo, estos juicios presentados como “verdades” reafirman y velan el hecho concreto de la dominación imperial (Said, 1990), a partir de la constante reiteración del poder simbólico de los centros de producción de conocimiento como espacios incuestionables y ajenos a cualquier intención relativizante. Al mismo tiempo que la imposición violenta de formas culturales ha derivado en la configuración de verdades que en sí mismas opacan y naturalizan a las realizaciones locales del proceso histórico global de la dominación colonial y neocolonial (cf. Said, 1990). La legitimidad impuesta de estos espacios se irradia de forma ubicua y ambigua en el orden global, lo que permite que sus enunciados diagramadores de la realidad se establezcan como la base irreflexiva para proyectar las acciones colectivas de las sociedades subsumidas al colonialismo. Entre estos enunciados, la idea de la unidireccionalidad histórica ha sido la base para ordenar los sentidos dominantes sobre el deber ser de la discontinuidad y la permanencia. En esta representación del Tiempo, las sociedades colonizadoras se presentan como el patrón de referencia de la normalidad y, junto con sus principios éticos y morales, sus recorridos históricos se imponen como los únicos posibles, incluso cuando estos recorridos les han sido violentamente negados a los pueblos colonizados.

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