Utopía y Praxis Latinoamericana - Vol. 25 - Núm. 89
TIAPA Consideraciones Eurocentrismo, imágenes de la diferencia y espacios sociales… 46 pluriculturales que integran a los países no europeos. Aun cuando este modelo ideal no coincide con el referente real de la sociedad a la que se confrontan tanto los grupos subalternos como los dominantes, tal imagen se convierte en el discurso hegemónico a lo interno de países como los latinoamericanos. Así, la producción de saberes a lo interno de las universidades como espacios exclusivos, representa la expresión concreta de la continuidad histórica de la distribución desigual del conocimiento. Como parte de la dinámica cultural de una sociedad en particular, la universidad se impone como cierto tipo de un espacio social que potencia un juego de construcción de subjetividades distribuidas verticalmente. Ejemplos de estas identidades son las distintas formas en que se representa la imagen de la o del “gerente”, que al mismo tiempo que es una suerte de “especialista”, en ámbitos de conocimiento técnico circunscritos cerrados, inaccesibles e incomprensibles para el resto de la población, legitiman su relación de rector de los destinos de una sociedad y son considerados como aquellos capaces de generar riqueza, tanto para sí mismos como para su entorno. Esta no es otra que la imagen de la o el tecnócrata , como el sujeto de detenta las posiciones de poder tanto en los sectores corporativos privados como en los Estados metropolitanos y neocoloniales, independientemente de cuáles sean las representaciones sobre sus orientaciones ideológicas, pues rigen los destinos de las vidas colectivas, tanto a los sistemas capitalistas como en los socialistas, ya que su imagen es transversal a toda la así llamada sociedad industrial. Un ejemplo de este tipo está en los eventos ocurridos en la arena política venezolana entre los años 2002 y 2003, cuando el conflicto político fue impulsado por los sectores conservadores y colonialistas del país, basados en la auto atribución de posesión de un conocimiento exclusivo por parte de la tecnocracia petrolera. A partir de la idea de la “meritocracia”, la gerencia de la industria petrolera, que en teoría manejaba todo lo relacionado con la explotación, procesamiento y gestión de este ámbito industrial, también se auto atribuyó la potestad de imponer sus puntos de vista en cuanto al curso de la sociedad en general. El manejo de técnicas particulares se convirtió así en un capital simbólico de base para que se pudiesen decir “verdades” sobre la política, la economía, la cultura y las relaciones sociales. De este modo, se convierte a la figura de la y el profesional tecnócrata en una suerte de sacerdote social, cuyos juicios son capaces de trascender y de imponerse sobre la voluntad de la mayoría de la población de un país. Aun así, estas imágenes hegemónicas han tenido resistencias que han atacado, socavado y, en muchos casos, desestructurado este orden. Las corrientes teóricas indigenistas, relativistas culturales, marxistas, de la teoría de la dependencia, las teorías feministas, ecologistas, indigenistas, etc, han sido resultado de reflexiones académicas que además han impulsado nuevas aproximaciones a la realidad e incluso han exteriorizado a la esfera pública nuevas realidades históricamente invisibilizadas por el colonialismo. Esto ha sido posible gracias a que los sectores contrahegemónicos en las universidades han tenido como principio la necesidad imperativa de romper con los paradigmas que han reproducido históricamente la desigualdad. Como respuesta a estas subversiones conceptuales, los sectores insertos en el sentido común neocolonial han optado o bien por innovar, según sus intereses y sus visiones de mundo, o bien por suprimir los espacios de producción de conocimiento en las universidades del hemisferio sur. Dado que una de las derivaciones del principio hegemónico que impone la condición estática de la sociedad es la reproducción y reafirmación de verdades sobre el mundo –para que el mundo mismo estructuralmente se reproduzca y se reafirme- se ha desplazado el rol de la universidad como lugar de innovación y de investigación, a favor de la prioridad dada, por parte de los sectores que controlan los grandes capitales, a la formación de subjetividades con perfiles correspondientes con las necesidades de los espacios corporativos. De este modo, las universidades que dan prioridad a la producción de nuevos saberes, por medio de la investigación, se han visto en una posición de desventaja frente a las universidades destinadas a la producción de conocimientos instrumentales preestablecidos según su funcionalidad dentro del mundo empresarial. Este lugar, que no es el del modelo ideal, pero que tiene que vivir la doble ficción entre la sociedad que vive y la realidad en la que debería vivir, es un lugar de dobles o de múltiples conciencias. Estas conciencias día o pluritópicas se han configurado desde la necesidad de respetar múltiples modos de vida, por lo que se encuentran cargadas de potenciales epistémicos de frontera (cf. Mignolo, 2001). En la
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