Utopía y Praxis Latinoamericana - Vol. 25 - Núm. 89
Utopía y Praxis Latinoamericana; ISSN 1316-5216; ISSN-e 2477-9555 Año 25, n° 89 (abril-junio), 2020, pp. 22-37 31 primer amanecer de la confederación, entonces la historia y el mundo o la necesidad y el interés lo habrían dicho” 36 . Indudablemente, sin aquella premisa histórica de la conformación de los ejércitos, internacionalistas hubiera resultado muy difícil cultivar el espíritu de identidad latinoamericana, así como las nuevas ideas de “patria” y “nación”, en un sentido más amplio que el de los límites geográficos de cada país, como presupuesto indispensable para fundamentar la propuesta de una “ciudadanía latinoamericana”. La mayor parte de los propulsores de la integración y la ciudadanía latinoamericana durante el período de consolidación de la vida republicana sostendrían el criterio de que debía lograrse de forma gradual a través de acuerdos regionales, para luego trascender a uno de mayor nivel. Así lo consideraría la propuesta de José María Samper, quien se lamentaba de las consecuencias negativas que traía consigo la fragmentación de los anteriores intentos integracionistas de lo que él denominaba “Hispano-Colombia”. Lo más destacable fue su propuesta de: “Acordar la aptitud á los ciudadanos de cada Estado colombiano para ejercer la ciudadanía en cualquiera de los demás, en caso de residencia, y declaración formal del interesado, sin necesidad de naturalizarse y sin que tal ejercicio apareje la pérdida de la nacionalidad primitiva” 37 . Lo que denominaba como Estado colombiano se refería a todos los países hispanoamericanos, lo que significaba, por tanto, en cierto modo el reconocimiento de una “ciudadanía latinoamericana”. III. LA «PATRIA LATINOAMERICANA» Y LA UTOPÍA DE UNA CIUDADANÍA LATINOAMERICANA Numerosos fueron en el siglo XIX los intelectuales y líderes latinoamericanos que de una forma u otra compartieron criterios sobre “la patria”, entendida en un sentido más amplio que el de país en que se nace, y anhelaron la integración, así como el logro de una ciudadanía latinoamericana. Sin embargo, no siempre lo expresaron en sus términos precisos, como en el caso de José Martí. ¿Quién puede dudar de su profundo y arraigado latinoamericanismo, que supo cultivar y cosechar en numerosos admiradores de su célebre ensayo Nuestra América , aunque no haya planteado en ninguna ocasión la idea de una “ciudadanía latinoamericana”? Cuando el Héroe Nacional cubano declaraba: “De América soy hijo; a ella me debo” 38 , y en otra ocasión puntualizaba: “¿Quién, quién pretenderá divorciarnos a nosotros de la América, ni a la América de nosotros? Ella sin nosotros, como túnica imperial sin mancha. Nosotros sin ella, como hijos sin madre” 39 , no solo estaba fijando una relación filial, sino de compromiso con la emancipación de sus pueblos. Por ello, en carta íntima a su amigo escribiría que no eran dos islas lo que pretendía liberar, sino impedir a tiempo que se lanzase sobre las tierras de nuestra América, aquel vecino poderoso, que porque no la conoce la desdeña. La identidad cultural de los pueblos latinoamericanos no tendría en Martí un sentido unilateral, pues no se limitaba a que un cubano debía considerarse americano, pero no de toda América, sino solo de la “nuestra”. Pero también en el sentido contrario consideraba que “Es cubano todo americano de nuestra América” 40 . Tales lazos de identidad se acrecentarían en su concepción no solo durante sus estancias en Venezuela, México, Guatemala y República Dominicana, sino también por los estrechos vínculos que cultivó en España y Estados Unidos de América con numerosos amigos latinoamericanos. Es muy frecuente que los latinoamericanos de distintos países sintamos más los rasgos que nos identifican y unen cuando estamos en otras latitudes, que cuando permanecemos en estas tierras. Martí contribuyó en alguna medida a que la generación antipositivista superara aquella nordomanía criticada por Rodó, que era más común entre los cultivadores del positivismo. La revalorización de la historia 36 HOSTOS, E.M. de (1870). “Ayacucho”, en El Nacional. 9 de diciembre de 1870, Año VI, No. 1689. Lima. p. 2. 37 SAMPER, J.M. (1979). Ensayo sobre las revoluciones políticas. UNAM, México. 38 MARTÍ, J. (1975). Obras completas . T. 1. Editorial Ciencias Sociales, La Habana. 39 MARTI: 1975, T. 22. P. 27. 40 MARTI: 1975, T. 5. pp.375-376.
RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=