Utopía y Praxis Latinoamericana - Vol. 25 - Núm. 89
Utopía y Praxis Latinoamericana; ISSN 1316-5216; ISSN-e 2477-9555 Año 25, n° 89 (abril-junio), 2020, pp. 227-238 233 máxima expresión de la vida, que no se puede subordinar el compromiso político del investigador a lógicas metódicas que pretenden ser distantes de ello. La modernidad encuentra en los saberes ancestrales de los pueblos suramericanos epistemes cuyo propósito central es la defensa de la vida en la tierra. Les denomina epistemes ecológicas y las relaciona con la expresión de Francia Márquez que en una carta abierta de 2015 dice: “Nuestros ancestros nos enseñaron que debemos garantizar a nuestros renacientes la permanencia en el territorio ancestral [...] El territorio es la vida y la vida no se vende, se ama y se defiende” (Escobar: 2018, p. 87). En la relación terapéutica de la medicina tradicional Misak se generan epistemes ecológicas inspiradas en las leyes de la naturaleza, las cuales se aprenden alrededor del fogón por medio de las voces de mayoras y mayores, para caminar el territorio como hijos de Pishimisak , como seres serenos y tranquilos en el territorio Guambía. HALLAZGOS La medicina tradicional Misak mediante el “refrescamiento” ( pishimørøk ) trabaja en la pervivencia del estado de ánimo “sereno y tranquilo”, que distingue a los hijos del espíritu del páramo-laguna conocido como Pishimisak. Pi es la relación con el agua, Pishi refiere la frescura y Misak es gente; gente que en el Resguardo de Guambía expresa la calma de los que aprendieron a “mandar obedeciendo”, a no ser gobernados por los violentos que, desde la conquista, siguen empeñados en desaparecer las culturas ancestrales y adueñarse de las tierras de los pueblos originarios. En la memoria del Taita Avelino Dagua, están las siguientes palabras: Cuando los españoles entraron, comenzaron a tumbar la naturaleza diciendo que era monte baldío; venían con su malicia para apropiarse de nuestro nunakchak . Contaban los mayores que habían dicho que acá no había religión, que pishimisak era nuestro dios al cual hacíamos culto de adoración. Comenzando la otra historia convirtiendo la práctica agraria de pishimisak, en duende o práctica maligno. Con la religión nos deshumanizaban y se hacían dueños de nuestro territorio (Obando: 2016, p. 38-39). El médico tradicional con el “refrescamiento” armoniza el pensamiento Misak, conduce a relaciones cordiales entre las culturas y al trabajo colaborativo, con el propósito de defender la vida en la tierra. El Misak es cordial en su relacionamiento y con la actitud para examinar detenidamente la conversación, es pacífico y atento en el diálogo con las personas; es un pueblo que nos enseña que es posible el trato honesto y respetuoso con quienes hemos tenido conflictos, en el marco del constante examen de las relaciones interculturales y de “indocilidad reflexiva… un tipo de actitud respecto a formas de gobierno que pretenden imponer su cosmovisión” (Foucault: 2007, p. 11). Este tipo de actitud se expresa en “el arte de no ser gobernado de esa forma” y se relaciona con gobiernos que aún ven en la naturaleza solo oportunidades para la explotación de recursos económicos. Es la actitud que aprende a reconocer las estrategias de poder, las tramas del saber y la imposición de prácticas culturales otras, diseñadas para que el pueblo olvide las relacionadas con Pishimisak. También es la actitud que conduce a tejer alrededor del fogón el pensamiento en espiral, ligado a la circulación de la vida que asume el compromiso político de luchar en defensa de la “madre tierra”. “Recuperar la tierra para recuperarlo todo” es una consigna del pueblo en Guambía y: (…) viene desde siempre, desde que los pueblos aprendieron que eran tierra y relación, expresiones de la fuerza creadora del universo, que todo ser es ser-Tierra. Existe en el pensamiento cosmocéntrico que subyace los tejidos y entramados que conforman la vida, aquel que sabe, porque siente, que todo el universo está vivo, que la conciencia no es prerrogativa de los humanos sino una propiedad distribuida en todo el espectro de la vida (Escobar: 2018, p. 64).
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