Utopía y Praxis Latinoamericana - Vol. 25 - Núm. 89

Utopía y Praxis Latinoamericana; ISSN 1316-5216; ISSN-e 2477-9555 Año 25, n° 89 (abril-junio), 2020, pp. 179-198 187 religión, entre otros. Estos dominios son dinamizados por los sujetos que habitan el territorio y a la vez son reconfigurados en ellos, para ser comprendidos en lo público y lo privado de sus vidas cotidianas: (…) el territorio es multidimensional y multiescalonado. Es multidimensional porque participa de tres órdenes distintos: en primer lugar, de la materialidad de la realidad concreta de “esta tierra”, donde el concepto de territorio tiene su origen; en esta medida conviene considerar la realidad geográfica, esto es, la manera como se registra la acción humana y se transforma por sus efectos. En segundo lugar, de la psiquis individual. Sobre este plano el territorio se identifica en parte con una relación a priori, emocional y pre-social del hombre con la tierra. En tercer lugar, el territorio participa del orden de las representaciones colectivas, sociales y culturales (Nates: 2018, p. 212). Esta multidimensionalidad y multiescalamiento, interrelaciona la dimensión objetiva y subjetiva del cómo se vive y habita el territorio, lo cual implica que en este acontece el individuo, pero también su colectividad que lo representa, asunto que no parece estar resuelto por la cartografía social, razón por la cual se evoca una nueva cartografía social en la que se apela a una crisis de representación: (…) si volvemos a la cartografía para ilustrar este mismo proceso, el resultado es inapelable. La cartografía se convierte no solo en especializada y en oxidada, sin la actualización necesaria, sino también deviene herramienta de una estructura de poder, de una relación de poder. Decidiendo qué es visible y qué no es visible, la cartografía toma por sí misma la prerrogativa de decidir qué es susceptible de ser incorporado en el mapa y qué no, qué merece atención en el mapa y qué no (Perán: 2013, p. 18). Desde estas premisas, el abordaje y comprensión de los territorios comporta establecer un giro en su concepción, representación y tratamiento metodológico; por esta razón, la noción de movimiento se hace necesaria para la comprensión de los Mapas Vivos Territoriales. En esta noción, los aspectos más característicos se relacionan con esquemas dinámicos que deben acudir a sistemas de representación más cercanos a la creación audiovisual y al movimiento en sí mismo. Sin embargo, se presenta un reto enorme entre las posibilidades de visualización de información y las necesidades de visibilización de problemáticas sin dejar de lado la dimensión de una situación humana tan compleja –en el caso de esta experiencia – como el desplazamiento forzado y la re-territorialización. De esta forma, la imagen en movimiento y la representación del mismo posee una serie de posibilidades que se refieren a aspectos simbólicos, icónico-narrativos e indiciales-testimoniales: (…) más que una clasificación de las imágenes se trata de encontrar en ellas tres formas de referirse a un mundo concreto. Lo anterior significa que la representación del movimiento, tanto a través de imágenes gráficas, como a través de expresión corporal y cultural tiene la posibilidad de representar el mundo con una gran similitud a los referentes directos con los que se ha construido un individuo. Lo anterior implica que esta forma de representación puede incluso ser huella o rastro que permite revivenciar una condición o un hecho, a pesar de que un sujeto haya sido separado de su propio espacio, pues estas representaciones “pueden simbolizar algo ausente, mediante convenciones que una comunidad establece. Entonces, la imagen es a su vez ícono, tanto como índice y símbolo (Durán: 2014, p. 37). Ahora bien, el carácter simbólico de la representación del movimiento hace que existan vínculos entre diferentes formas de expresión humana que a primera vista no son evidentes. Es así como lo visual, lo sonoro, lo narrativo o lo oral están transversalizados por una línea interna de movimiento, que debe fluir constantemente para armonizarse y convertirse en referente cultural de un colectivo, el cual aprende y enseña algo. En el caso de lo icónico-narrativo, se busca que los individuos pertenecientes a un grupo puedan lograr algún nivel de

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