Utopía y Praxis Latinoamericana - Vol. 25 - Núm. 89
Utopía y Praxis Latinoamericana; ISSN 1316-5216; ISSN-e 2477-9555 Año 25, n° 89 (abril-junio), 2020, pp. 164-178 171 Considerar que hay categorías de razón superior, no es más que un acto retórico, un ejercicio del lenguaje con un profundo sentido político “en efecto, la idea misma de razón superior actualmente funciona de manera injustificada para excluir a mucha gente de los corredores de la toma de decisiones” (p. 98). La psiquiatría a través de sus discursos ha definido quien es el otro , nos muestra al otro como el loco , al otro como el enfermo mental . Siguiendo a Sampson (1996) esto constituye una especie de monólogo con intención de control social “un monólogo disfrazado de diálogo ocurre siempre que un grupo dominante controla quien será el otro y así no conversa con otro ser humano, sino con una creación de sus propios intereses, deseos y temores” (p. 10 ). Al saber psiquiátrico se le ha dificultado establecer un diálogo con sus pacientes, este dialoga con las grandes farmacéuticas, con el CIE10 y con los formatos, test, baterías y otros instrumentos técnicos que deben diligenciarse durante las sesiones, pero pocas veces con el paciente. La consulta psiquiátrica es transversalizada por el culto al fármaco, por la nosografía y el diligenciamiento de formatos, esto constituye un gran monólogo sobre la enfermedad mental. Toda esta burocratización de los espacios de atención, sustituyen la voz del sujeto, bajo su dominio todo se encuentra estructurado de tal forma que el otro sea ratificado como un enfermo mental. El saber y la praxis psiquiátrica suponen una especie de autismo, un diálogo con el sí mismo de la disciplina, con aquellas prácticas y técnicas que conforman el corazón del discurso de este grupo dominante, a quien socialmente se le ha dado la potestad de determinar entre locura y normalidad. Retomando el concepto de pensamiento abstracto , se plantea que la psiquiatría es una disciplina que piensa abstractamente, no ve en el paciente más que algo abstracto, que es un enfermo mental , dicha cosificación del otro , lo reduce, lo anula en sus múltiples posibilidades de ser. En consecuencia con lo anterior, se considera que la entidad nosológica de la psicosis ha sido entendida por la psiquiatría en esos mismos términos. La psicosis como una forma de lenguaje privado, la psicosis entendida desde el pensamiento abstracto, el psicótico como un otro excluido. Según Gergen (2007) el concepto de racionalidad privada como legado de la modernidad, es un concepto problemático y a la vez opresor. Siempre que hablamos lo hacemos desde una tradición lingüística, por tanto, “hablar como un agente racional es participar de un sistema que ya está constituido” (p. 98). Haciendo énfasis en lo anterior, Gergen se apoya en Wittgenstein (2017) quien refiere que no puede haber un lenguaje privado. Según esto: ¿podría afirmarse que, para la psiquiatría, el sujeto en la psicosis habla por fuera de una tradición lingüística?, ¿se encuentra por fuera del discurso?, ¿la soledad discursiva es fundamento de una identidad delirante? La clínica psiquiátrica ha tratado de intervenir la psicosis aniquilando sus síntomas positivos, esto implica, eliminar el delirio y la alucinación a través de antipsicóticos, sin embargo, pocas intervenciones están orientadas a realizar una narrativa, una hermenéutica del delirio, o la implementación de otras apuestas metodológicas. La psiquiatría solo se ha preocupado de los síntomas como criterios diagnósticos y no como textos que puede ser leído e interpretados desde una tradición lingüística. En este sentido, para muchos psiquiatras una identidad delirante es una fantasmagoría abstracta del pensamiento que esta desconectada en absoluto de la realidad social. Por ello, se concibe al sujeto diagnosticado con psicosis, como una especie de ser ubicado más allá de lo social, pero ¿qué significa esto? La física busca y crea leyes que ordenan el mundo, igualmente las culturas implantan cierto orden caracterológico, según el cual, todo debe suceder; dios dictamina leyes para dirigir por el camino correcto a sus creyentes, la ética fundamenta principios que deben guiar las acciones. Con base a lo anterior, el sujeto en la psicosis es considerado por el psiquiatra como un sujeto metafísico, metacultural, metareligioso y metaético; un sujeto que está “más allá” de estas formas de ordenamiento social. Siguiendo lo anterior, para la psiquiatría el psicótico es declarado un sujeto muerto a la razón social, un misólogo predicador de una certeza delirante. Lo dicho hasta ahora, lleva a formular la siguiente pregunta: ¿los sujetos diagnosticados con psicosis, efectivamente están más allá de lo social? siguiendo a Hume (2015) nuestro pensamiento, imaginación y
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