Utopía y Praxis Latinoamericana - Vol. 25 - Núm. 89

Utopía y Praxis Latinoamericana; ISSN 1316-5216; ISSN-e 2477-9555 Año 25, n° 89 (abril-junio), 2020, pp. 164-178 169 termina obedeciendo a un interés económico de las grandes farmacéuticas. Todas estas son manifestaciones de un saber técnico que pone anteojeras al pensamiento, lo direccionan hacia lo abstracto del número y lo deslindan del sentido. Lo anterior, es lo que Bedoya (2018) denomina “tecnologías para el cálculo de la subjetividad” (p. 126), las cuales producen un aplanamiento de la subjetividad, clasificando y administrando a las poblaciones en un plano binario de normalidad/anormalidad. Es en dicho plano donde aparece la figura de la locura como algo que debe ser conducido y si es factible corregido. Lo planteado hasta el momento, lleva a deducir que el sujeto propuesto por la epistemología kantiana, el cual pretende modificar y dar forma a los objetos mediante la razón, es un técnico o un científico. Esto confirma la tesis propuesta por Heidegger (2007) , la cual considera que tras el despliegue de la técnica el pensamiento queda arrinconado, se rompe la cercanía con los objetos y las cosas, dando lugar a un mundo de existencias y recursos en cuanto a stock de mercancías. Así pues, la ciencia y el hombre de ciencia huyen del pensamiento para dedicarse a la planificación, a la medición y a la provocación de la naturaleza. El sujeto kantiano en su afán de dominar el objeto, da lugar al mundo del sin objeto, olvidando comprenderlo en la cercanía, en sus múltiples cualidades y sentidos, encontrando en la técnica la manera más fácil de dominación (Heidegger: 2007) . De lo anterior, surge una pregunta sobre los efectos de tal epistemología en la forma de entender al sujeto: ¿qué forma le ha dado el sujeto kantiano al hombre cuando este se hace objeto de su conocimiento? C) EL SUJETO COMO MATERIAL ESTADÍSTICO La falta de pensamiento característico de la ciencia o el pensamiento abstracto, reducen la realidad a material estadístico, y dentro de esa realidad en la cual habita el hombre, este se hace número, y cuán fácil es gobernarlo cuando este se ha convertido en dato (Rose: 1996) . El hombre singular se ha hecho cadáver y sobre este cadáver ha nacido una nueva clase de sujetos, los hombres genéricos como los llaman Horkheimer & Adorno (2016), los homogenizados por el número, los que son utilizados para ser conducidos a un mismo fin: el capital. Así pues, las ciencias psi están construidas en la actualidad sobre el dominio de las prácticas de mercadeo, la interioridad de los sujetos ( mundo psi ) construida a partir de las “tecnologías para el cálculo de la subjetividad” (Bedoya: 2018, p. 126) se ha convertido en un potencial nicho para la producción de capital. Son los expertos aquellos que crean, dominan y legitiman las técnicas para el cálculo y conducción de la locura, produciendo al sujeto que estudian, es así como el loco es una creación de la norma establecida por el saber experto (Foucault: 1998, Rose: 1991), por lo que este se presenta como una subjetividad susceptible de mercantilizar. Seguidamente, ante los ojos del neoliberalismo todos los sujetos son iguales y libres, los une un mismo lenguaje, el del consumo, la producción y el rendimiento. Iguales en la medida en que son material estadístico, tiempo y fuerza de trabajo, poseedores de un conjunto de capacidades psicológicas que pueden autogestionar para rendir cada vez más, haciéndose competentes en medio de un mundo en riesgo (Bedoya: 2018). Ni siquiera las separaciones entre normalidad/anormalidad muestra a los sujetos como esencialmente diferentes, ambos son igualmente conducidos y tratados por expertos, el normal en un sentido profiláctico (dada su susceptibilidad a enfermar), el anormal de la forma convencional según la época (Rose: 2012). Por otro lado, todos son libres en el sentido en que pueden optar por ser útiles o inútiles para el neoliberalismo, porque la razón instrumental propia de este modelo se obsesiona con la pregunta sobre la utilidad, es decir, ¿para qué sirve un sujeto?, y el hombre es servible siempre y cuando contribuya al consumo y a la producción; pero: ¡ay de aquel que opte por lo inútil! se sentirá una pieza suelta en medio de esta gran maquinaria despótica, un excluido del sistema. Es en este punto, aparece la inoperosidad como una de las figuras de la locura en el neoliberalismo; la potencia de no como lo expresa Agamben (2007), entendida no como

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