Utopía y Praxis Latinoamericana - Vol. 25 - Núm. 89

Utopía y Praxis Latinoamericana; ISSN 1316-5216; ISSN-e 2477-9555 Año 25, n° 89 (abril-junio), 2020, pp. 125-136 133 Esta identificación que supongo hace Rivano entre la figura de Vekemans y la teoría de la dependencia queda evidenciada en afirmaciones como las siguientes: (…) el cura belga Vekemans está afirmando el servilismo político al poder norteamericano de nuestros actuales grupos oligarcas, está afirmando la entrega de nuestros valores culturales y sociales por parte de tales grupos, está afirmando también la entrega de nuestros valores económicos, y esto último, particularmente, suponemos que no será alguna entrega teórica, suponemos que nuestro teórico belga implica literalmente la entrega de materias primas, por ejemplo, de cobre, hierro, petróleo; es decir, y desde nuestro punto de vista, Vekemans describe a las clases herodianas (a nuestros oligarcas y plutócratas) como un montón de bandidos (Rivano: 1965, pp.113-4). Con claridad se muestra a un Vekemans conciente de la dependencia económica, política y cultural. Una de las valoraciones más conocidas a la teoría de la dependencia, tiene que ver con que favorece un proceso de concientización que sirve como impulso al esteblecimiento de nuevas políticas económicas que resultan favorables a América Latina y por extensión a todo el tercer mundo, quedando expuesta la asimetría centro- periferia. Para Vekemans una modernización política implicaría destituir del poder a lo que llama “clase herodiana”, que viene a ser la oligarquía tradicional poseedora de la tenencia de la tierra, en su reemplazo podríamos hipotetizar que se requiere de una elite, así lo describe el filósofo chileno: “Porque el cura Vekemans está, a la verdad, interesado en liquidar a los herodianos; pero le importa también que sea ello, no a la manera marxista, sino como saben hacerlo los jesuitas, también herodianos” (Rivano: 1965, p.120). Rivano no estará de acuerdo en que la solución a la miseria tenga que ver con este proceso de modernización teórica, más bien va a considerar una perspectiva más ligada a la praxis política de transformación, de ahí que sienta simpatía por el marxismo en cuanto a que éste contituye una vía de cambio social a partir de la revolución, así lo expone en su polémico texto: “Para esto parece que será siempre necesario hacer ¡pum pum! y usted deberá entonces por la fuerza del Decálogo arremangarse la sotana y poner pies en polvorosa” (Rivano: 1965, p.124). El asunto con los planteamientos de Vekemans será principalmente por su superficialidad teórica, ya que su propuesta se limita a un reemplazo de la clase dirigente, pero que no apunta, como sí lo hacía la teoría marxista, al sistema de trabajo capitalista. La propuesta revolucionaria, en cambio, precisamente lo que pretende cambiar es el sistema de trabajo, refiriéndose al texto de Vekemans, Rivano se pregunta retóricamente: “¿Se ha dicho que el miserable es explotado y que debemos cambiar el régimen del trabajo? ¿Se ha vislumbrado siquiera la índole constitucional de “lo revolucionario” en un mundo capitalista y el sentido, por lo tanto, histórico de la revolución?” (Rivano: 1965, p.122). Le insiste en la siguiente sentencia: “Porque si no toca usted el régimen del trabajo, si no elimina su explotación, es reaccionario; si, por el contrario, lo toca, no sea más que con el pétalo de una rosa, es marxista y adiós sotana” (Rivano: 1965. p.123). Vekemans no está de acuerdo con la revolución, en cuanto a que ésta implica ejercicio de la violencia. La deslegitimación del uso de la violencia es casi un acuerdo unánime al interior de las políticas democráticas que avalan el sistema capitalista de producción a pesar de la distribución injusta de los bienes, es al interior de estas ideologías políticas en donde hay que enmarcar el “punto de vista jesuita”, en palabras de Rivano: “Cualquier proyecto que respete los términos del adefesio literario que comentamos debe dejar intocada la explotación del trabajo, intocada la plutocracia herodiana, intocado el régimen de propiedad y, así, la fuente de la injusticia y la miseria” (Rivano: 1965, p.122). Según el filósofo de la liberación chileno, la estrategia de Vekemans está en proponer al miserable un cambio político sin necesidad de un cambio estructural radical, debido a que no acepta la violencia considerando que pertenece a la actitud del resentido. Rivano replica a esta estrategia sosteniendo que el

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