Utopía y Praxis Latinoamericana - Vol. 25 - Núm. 89
Utopía y Praxis Latinoamericana; ISSN 1316-5216; ISSN-e 2477-9555 Año 25, n° 89 (abril-junio), 2020, pp. 125-136 129 Es relevante este aspecto de lo discursivo, en cuanto que permite la existencia de una comunidad comunicativa determinada por el uso de ciertos tópicos teóricos anticoloniales presentes en propuestas de liberación nacionalistas y entre éstas, algunas con asentamiento en los postulados marxistas en su renacer pos Revolución Cubana. Es también parte del tránsito de una intelectualidad idealista-arielista a otra intelectualidad más política-calibana. Acudimos así a la instalación de esta escena del intelectual dentro de la disciplina filosófica, reconociendo al filósofo que se hace parte de esa sensibilidad más general de la época 4 . Aparece un grupo de filósofos despertando del sueño dogmático, sirve aquí la expresión de Hugo Biagini referida a los intelectuales comprometidos: “Es el escritor politizado que combate en las barricadas junto con los trabajadores, una tribu literaria poscrita que cuestiona la religión y la propiedad o defiende la emancipación femenina y el amor libre” (Biagini: 2005, pp.43-4). Lo que quiero señalar es que en los sesenta el intelectual es actor en un drama de acciones y de pasiones ideológicas, como bien lo escribe Hugo Vezzetti en el estudio preliminar a la última edición del libro Nuestros años sesenta de Oscar Terán (Terán: 2013, p.10). Esta disputa ideológica llevó a los intelectuales y concédase aquí incluir a los filósofos -los cuales suelen estar en el cobijo de la institución- a no permanecer neutros en el discurso. Generándose así el ambiente maniqueo entre aquellos que optaron por permanecer fieles a la élite y aquellos que la denunciaron con su crítica, aplican aquí estas frases con las cuales el filósofo argentino Oscar del Barco se refiere a su generación, a pesar de que no es la generación que describimos en esta investigación: “De alguna manera nuestro grupo cortó amarras con el dogmatismo del Saber, con el asfixiante narcisismo de quienes, por ser los dueños del Sentido, no se equivocan nunca” (Del Barco: 2008, p.19). El que examina sus ideas con la realidad enfrenta la posibilidad de equivocarse más allá del mero error epistemológico. Si se aceptan estas dos cuestiones del supuesto conocimiento de Rivano de las temáticas de la teoría de la dependencia -o aunque fuera la mera coincidencia- llevada a cabo por la CEPAL e instaladas en las ciencias sociales no resulta extraño que en sus planteos encontramos alusiones a esta teoría. De hecho en los textos de este filósofo chileno aparece una permanente denuncia y crítica a la dependencia, además de una constante incitación a la liberación. Tanto la crítica como la incitación las justifica a partir de nuestras condiciones históricos-sociales provenientes de la dominación y continuadas por la servidumbre. En lo que sigue presentaré la visión de la dependencia que aparece en los textos de Rivano. Haré una interpretación que permita ver cierta relación con la teoría cepalina. Todo esto con el fin de ir viendo cómo se dirige hacia la conceptualización de la categoría de servidumbre. Por lo tanto, se requiere poner en contexto la opción crítica por la cual Rivano va a encaminar su pensamiento. Con esto quiero referir a cierta concepción de la filosofía que todavía permanece en nuestros departamentos de filosofía, ya que es en éstos en donde se enseña la creencia de que la filosofía es una disciplina que encuentra su especificidad en aquellos conocimientos de lo universal y abstracto, ojalá único. Muchos filósofos consideran que dichas orientaciones determinan su quehacer, incluso se las han ingeniado para que la sociedad espere de ellos tal cometido. De este modo, entre más universal y abstracto el lenguaje del filósofo, alcanza mayor aceptación y reconocimiento social. La idea de que entre menos le entendemos al filósofo seguramente mayor es su competencia, no es una idea tan ausente en las representaciones culturales. Sin duda, dicha concepción de la filosofía esconde un fraude, sobre todo en sociedades en donde la filosofía se da en espacios institucionales financiados por el gasto público. A nuestras sociedades no les beneficia una imagen aristocrática de la cultura, de hecho los movimientos sociales en nuestros países están socavando dichas creencias y están construyendo visiones democráticas más reales, acudimos a una constitución democrática que escapa a la élite servicial al sistema hegemónico del poder. 4 Horacio Cerutti, siguiendo un texto de Arturo Roig leído en el famoso Coloquio Nacional de Filosofía en Morelia titulado “Función actual de la filosofía en América Latina”, nos ha hablado sobre la filosofía de los “calibanes”, con lo que se quiere destacar al filósofo comprometido con su época y con las condiciones histórico-sociales. Hay que advertir, que este compromiso deviene en la tarea de la “liberación social y nacional” lo que implica una actitud anticolonial. Cf: Filosofía de la liberación latinoamericana . pp. 59-65.
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