Utopía y Praxis Latinoamericana - Vol. 25 - Núm. 89
Utopía y Praxis Latinoamericana; ISSN 1316-5216; ISSN-e 2477-9555 Año 25, n° 89 (abril-junio), 2020, pp. 108-124 119 Digamos que el nervio del factum está dado en la máxima que propone su regla al goce, insólita en tomar su derecho a la moda de Kant, por plantease como regla universal. Enunciemos la máxima: ‘Tengo derecho a gozar de tu cuerpo, puede decirme quienquiera, y ese derecho lo ejerceré sin que ningún límite me detenga en el capricho de las exacciones que me venga en gana saciar de él’. Tal es la regla a la que se pretende someter la voluntad de todos, si una sociedad le da mínimamente efecto por su obligatoriedad 32 . La primera cuestión, radica en que Lacan formula la perspectiva de Sade en términos del imperativo categórico, vale decir, como ley universal 33 . En segundo lugar, aparece también el objeto voz, incluso de una manera más franca, en lo que atañe al objeto voz en el imperativo kantiano, dado que Sade sostiene ‘puede decirme cualquiera’, revelando que todo deseo es deseo del otro. Cuestión que Kant no contempla porque justamente parte de la idea de autonomía y conciencia moral, tal como si la conciencia moral, como dimensión superyoíca , no proviniera de mandatos internalizados. A su vez, es muy interesante del parágrafo, la diferenciación entre el sujeto del enunciado: yo (tengo derecho), y el sujeto de la enunciación: el otro (puede decirme cualquiera), con lo cual la perversión puede entenderse como el instrumento de una voluntad de goce que viene siempre del otro, aunque el perverso no lo sepa. Ya sea de la voz de la conciencia, extremando la cuestión cuando hay que decir siempre la verdad, ya sea desde la exterioridad del puede decirme cualquiera. En tercer lugar, el derecho al goce nunca es intersubjetivo, nunca es pensado desde la idea de reciprocidad. Por esa razón, Lacan sostiene que el pseudo discurso capitalista no genera lazo social. En cuarto lugar, de lo que se trata en la lógica de la perversión es de dividir al otro (la víctima) hasta provocar la angustia, y al mismo tiempo la identificación del sujeto agente en objeto fosilizado. Ya sea renunciando a las inclinaciones (masoquismo), ya sea mostrándole al otro lo real, en sentido lacaniano, en lo que atañe a la fragmentación del cuerpo, es decir, rompiendo toda unidad imaginaria. Concluyamos este apartado con una cita de Miller en donde muestra muy bien la dimensión del objeto en la lógica de la perversión: La tesis de Lacan es que a través del fantasma sadiano podemos saber que hay también un objeto en la ética kantiana, sin embargo, no es un objeto de la experiencia. Es a partir de ese objeto escondido que podemos conseguir la desaparición de la experiencia. Hay un objeto, es el objeto a. Él hará aparecer la contradicción con todos los objetos de la experiencia. Es lo que se da también en la experiencia de la perversión. Precisamente eso es lo que dice Kant, que no hay un objeto absoluto. Los objetos son modificables, diferentes, etcétera. En la perversión tenemos la idea de un objeto absoluto para un sujeto. Un sujeto que no puede desear sin zapatos (…) El fetichismo es la demostración de ello 34 . Por esta razón, el perverso no es el libertino tal cual puede imaginarse el sentido común, sino el hombre de la apatía, del sistema, de aquel que puede dejar de lado todas sus inclinaciones, hecho que se verifica bien cuando se tiene que reprimir en nombre de la ley, o bombardear a una población con niños incluidos. 32 Lacan ( Op. Cit., p. 730). 33 Desde esta perspectiva es muy ejemplificadora la afirmación de Tomás Otero que reza que el perverso “se aferra a una ley que reclama el derecho al goce con el rigor del imperativo categórico, donde fuera de ser la víctima la que se degrada en calidad de objeto, es el perverso el que se coagula en la rigidez de un instrumento y a diferencia en la perversión de abolir al otro, más bien se consagra a fabricar otro sin falla”. Otero, Tomás (2016) “Acerca del ‘Kant con Sade’ de Lacan”. Psicoanálisis, vol. XXXVIII, n 2y 3, p. 369. 34 Miller ( Op. Cit., p. 235).
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