Utopía y Praxis Latinoamericana - Vol. 25 - Núm. 89

Utopía y Praxis Latinoamericana; ISSN 1316-5216; ISSN-e 2477-9555 Año 25, n° 89 (abril-junio), 2020, pp. 108-124 117 la fuerza de esta frase es importante reparar en el significante frialdad, que en el Marqués de Sade podría traducirse como apatía, central en la lógica de la perversión 26 . En segundo lugar, y relacionado fuertemente con lo primero, en tanto exclusión de toda empatía o afección (odio, amor, etcétera) que sería de orden de lo patológico para Kant, Lacan sostiene que el punto culminante de la inflexión kantiana que mencionamos anteriormente radica en una ética que pone el acento en la afirmación del bien en detrimento absoluto con la idea de bienestar : El principio del placer es la ley del bien que es wohl , digamos el bienestar. En la práctica sometería al sujeto al mismo encadenamiento fenomenal que determina sus objetos (…) La búsqueda del bien sería pues un callejón sin salida, si no se renaciese, das Gute , el bien que es el objeto de la ley moral. Nos es indicado por la experiencia que tenemos de oír dentro de nosotros mandatos, cuyo imperativo se presenta como categórico, dicho de otra manera, incondicional 27 . La diferenciación entre el bien y el bienestar resulta clave para entender la dimensión de goce que genera la ética kantiana cómo lógica de la perversión, especialmente si se tiene en cuenta que el perverso es el objeto de la voluntad de goce que se sitúa en una suerte de identificación con la formalidad de la ley, cuestión que explicaremos ulteriormente. Si intentásemos realizar una contraposición entre la ética aristotélica y la ética kantiana además de notar, tal como anticipamos anteriormente, que la primera suele caracterizarse por ser un ética material y heterónomo; y la kantiana formal y autónoma, también debe sumarse a las posibles diferencias que la ética aristotélica se orienta en relación a la categoría de bienestar. Al respecto, recordemos que para el Estagirita el fin natural es la felicidad y que la política, como la expresión más completa de la ética, tiene por finalidad no la vida sino el buen vivir. Incluso, Aristóteles es muy realista al sostener que, si bien la felicidad reside en la virtud como ejercicio racional, además de la virtud son necesarios otras variables, muchos de los cuales no dependen de nosotros, como la salud o la buena fortuna. En contraposición, lo que inaugura la ética kantiana es el estar mal en el bien , justamente porque se ha desterrado toda posibilidad de bienestar identificado siempre con inclinaciones patológicas. En este aspecto en particular es muy revelador un pasaje de la Crítica de la Razón Práctica, en donde Kant pone el acento en el dolor como la dimensión más pura de la moralidad: “Podemos comprender a priori que la ley moral como motivo dominante de la voluntad, por el hecho de que perjudique a todas nuestras inclinaciones, tiene que provocar un sentimiento que puede denominarse dolor” 28 . Por esta razón Lacan sostiene que para Kant la búsqueda del bien, como bienestar sería un callejón sin salida, porque ese bienestar al ser subjetivo no podría nunca alcanzar el bien en sentido universal. De ahí que Lacan infiera una paradoja a la que nos lleva la ética Kantiana. En los propios términos del pensador francés: Retengamos la paradoja de que sea en el momento en que ese sujeto no tiene ya frente a él ningún objeto cuando encuentra una ley, la cual no tiene otro fenómeno sino algo significante ya, que se obtiene de una voz en la conciencia, y que, al articularse como máxima, propone el orden de una razón puramente práctica o voluntad. Para que esa máxima haga ley, es preciso y suficiente que ante la prueba de tal razón pueda retenerse como universal por derecho lógico. Lo cual recordémoslo de ese derecho, no quiere decir que se imponga a todos, sino que valga para todos los casos o, mejor dicho, que no valga en ningún caso si no vale en todo caso 29 . 26 La categoría de apatía en relación a Kant con Sade, fue excelentemente trabajada en SD ialéctica de la ilustración. Tengamos en cuenta que fueron Horkheimer y Adorno los primeros en establecer dicha relación. 27 Lacan, J. “Kant con Sade”. Escritos 2 . Buenos Aires, Siglo XXI, p. 728. 28 Kant, I. (1968) Crítica de la razón práctica. Buenos Aires, Losada, p. 80. 29 Lacan ( Op. Cit ., p. 729).

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