Utopía y Praxis Latinoamericana - Vol. 25 - Núm. 89

Utopía y Praxis Latinoamericana; ISSN 1316-5216; ISSN-e 2477-9555 Año 25, n° 89 (abril-junio), 2020, pp. 98-107 103 conocimiento por el dato empírico. Hoy las estadísticas, las encuestas, los estudios de mercado, los análisis cuantitativos se han convertido en el saber validado «científicamente». Modelos donde la teoría se sustituye por la simulación y la experiencia por la realidad virtual 13 . La academia se encuentra hegemonizada por códigos liberales que acotan la crítica a las estructuras del sistema, a pesar de la existencia de espacios en los que se respeta la libertad de cátedra, de investigación y de difusión de las ideas. Los reglamentos de evaluación de muchas instituciones académicas priorizan la producción de contenidos que no cuestionen el orden existente, y, en todo caso, toleran planteamientos dirigidos a mejorar el sistema, sin que resulte incómodo para el poder. En el fondo, se trata de impulsar, y premiar, un esquema de pensamiento en el que las ideologías sean consideradas obsoletas, con una visión plana en el análisis alrededor de códigos conservadores que implican la preservación de los privilegios de las minorías, y el desprecio a la realidad de las luchas de los explotados. SOCIALISMO O COLAPSO A nivel mundial, la explotación sin límites de los recursos naturales para satisfacer las necesidades de reproducción del capital, el consumismo, expandido exponencialmente, y los cuantiosos beneficios que las minorías en el poder gozan a partir de la explotación de los trabajadores condenados a extremos niveles de desigualdad, con miles de millones viviendo en la pobreza y sin acceso a derechos sociales fundamentales, constituye la esencia de una realidad al parecer estática. Hace más de 100 años, Rosa Luxemburgo planteó el paradigma socialismo o barbarie . Hoy, esa visión resulta más extrema: socialismo o colapso, esto es, si el capitalismo continúa, la vida en el planeta terminará; la barbarie ya la padece la humanidad de forma histórica, pero el colapso significa el fin de la existencia, para todo ser vivo. En el colapso, hasta la barbarie desaparece. No habrá posibilidad de salvar nada. El cambio climático en curso, reflejado en el deshielo de los polos, la elevación de la temperatura planetaria y la extinción de las especies, entre otras grandes manifestaciones, constituye sólo un ejemplo de lo que se está configurando como inevitable. En la Cumbre de Río, en 1992, Fidel Castro advertía sobre la urgencia de cambiar el orden económico internacional porque mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo. 14 Nadie lo escuchó. Hoy existen iniciativas de diverso tipo que alertan sobre la crisis ambiental en la 13 Roitman, op. cit. , p.91. 14 Resulta muy pertinente incluir de forma íntegra este histórico discurso por la fuerza de los planteamientos, breve pero contundente: “Sr. Presidente de Brasil, Fernando Collor de Mello; Sr. Secretario General de Naciones Unidas, Butros Ghali; Excelencias: Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre. Ahora tomamos conciencia de este problema cuando casi es tarde para impedirlo. Es necesario señalar que las sociedades de consumo son las responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente. Ellas nacieron de las antiguas metrópolis coloniales y de políticas imperiales que, a su vez, engendraron el atraso y la pobreza que hoy azotan a la inmensa mayoría de la humanidad. Con sólo 20% de la población mundial, ellas consumen las dos terceras partes de los metales y las tres cuartas partes de la energía que se produce en el mundo. Han envenenado los mares y ríos, han contaminado el aire, han debilitado y perforado la capa de ozono, han saturado la atmósfera de gases que alteran las condiciones climáticas con efectos catastróficos que ya empezamos a padecer. Los bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de millones de toneladas de tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas especies se extinguen. La presión poblacional y la pobreza conducen a esfuerzos desesperados para sobrevivir aun a costa de la naturaleza. No es posible culpar de esto a los países del Tercer Mundo, colonias ayer, naciones explotadas y saqueadas hoy por un orden económico injusto. La solución no puede ser impedir el desarrollo a los que más lo necesitan. Lo real es que todo lo que contribuya hoy al subdesarrollo y la pobreza constituye una violación flagrante de la ecología. Decenas de millones de hombres, mujeres y niños mueren cada año en el Tercer Mundo como consecuencia de esto, más que en cada una de las dos guerras mundiales. El intercambio desigual, el proteccionismo y la deuda externa agreden la ecología y propician la destrucción del medio ambiente. Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra. No más

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