Pensamiento Crítico
32 su relativo aislamiento político y de su crisis económica, Cuba ingresa formalmente en el CAME [el sistema económico de la URSS y de sus países afines] (recién trece años después de haber triunfado la revolución...). Es decir que, por un lado, en aquellos años Cuba no pudo desarrollarse industrialmente ni lograr una mayor autonomía económica, y por otro, no se produjeron victorias de luchas revolucionarias, o por lo menos en países de peso con gobiernos muy independientes en América Latina. Esta variante imprescindible de una articulación latinoamericana de internacionalismo no se produjo. Cuba se vio sometida a la necesidad de tener una relación diferente a la que había tenido con la URSS en los ‘60. Como consecuencia de este complejo proceso que también se expresó en el terreno de las ideologías, se produjo el cierre del Departamento de Filosofía y la clausura de Pensamiento Crítico . El debate político y las polémicas teóricas abiertas en los años ’60 terminan de este modo resolviéndose con el predominio de una de las tendencias en juego (internamente la más cercana y proclive a la cultura política imperante en la URSS). Aunque el proceso no fue de ningún modo lineal 39 . Aunque no aparezca a primera vista, no resulta improbable que en ese cierre de la revista y del Departamento de Filosofía también haya pesado cierto prejuicio antiintelectual. Un prejuicio que obviamente no inventó la revolución cubana ni se puede explicar únicamente a partir de sus especificidades, sino que históricamente es muy anterior y que responde a un fenómeno mucho más general de la cultura de izquierdas que se repite en otros países 40 . Un obstáculo que, aun cuando la revolución cubana trastocó completamente las normas clásicas del “oficio profesional”, ampliando en forma notable lo que hasta entonces se concebía como perteneciente sólo a “los especialistas”, estaba evidentemente presente en el debate interno de la revolución, y que volvió a reproducirse en su seno (con todas las peculiaridades del caso), como bien lo señaló en su oportunidad Alfredo Guevara cuando en su conocida polémica de los años ’60 con Blas Roca denunció y alertó contra el “desprecio por los intelectuales” y la “humillación de la dignidad intelectual” a los que conducía invariablemente el dogmatismo 41 . Varias décadas después de aquella infortunada decisión y ya en pleno siglo XXI, los problemas y desafíos de la lucha hegemónica están más claros. A nivel mundial se derrumbó sin pena ni gloria aquella cultura política que con no pocos tironeos y de un modo más que contradictorio, terminó imponiéndose en la pedagogía, en las ciencias sociales y en la reproducción ideológica de la revolución cubana desde esa doble clausura hasta, por lo menos, 1986. En ese año, Fidel Castro inicia el llamado “proceso de rectificación de errores y tendencias negativas”. Con gran lucidez, en ese momento Fidel Castro planteó lo siguiente: “¿Y qué estamos rectificando? Estamos rectificando precisamente todas aquellas cosas —y son muchas— que se apartaron del espíritu revolucionario, de la creación revolucionaria, de la virtud revolucionaria, del esfuerzo revolucionario, de la responsabilidad revolucionaria, que se apartaron del espíritu de solidaridad entre los hombres. Estamos rectificando todo tipo de chapucerías y de mediocridades que eran precisamente la negación de las ideas del Che, del pensamiento revolucionario del Che, del estilo del Che, del espíritu del Che y del ejemplo del Che” 42 . Es muy probable que este lúcido análisis pueda servir también para repensar tanto el cierre de
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