Pensamiento Crítico
29 pero siempre el «otro», el nuestro. No se trata desde luego del ridículo chovinismo de campanario de provincia, sino de apuntar la importancia revolucionaria y cultural del acontecimiento —la crítica de la cultura política, y de la otra— que en Europa y Norteamérica realizan los revolucionarios a partir del Che, de Viet-Nam [...]” (editorial del N° 25-26, dedicado al mayo francés, y probablemente confeccionado por Jesús Díaz) La incorporación del instrumental del marxismo occidental (fundamentalmente estudios sobre El Capital y las formas sociales precapitalistas como los de Maurice Godelier, o los estudios de Ernest Mandel sobre la acumulación originaria y la industrialización en el Tercer Mundo, por ejemplo) fue utilizada en la revista para quebrar la tipología etapista tradicional que se esforzaba por ver, contra toda evidencia empírica, un supuesto “feudalismo” latinoamericano. Hipótesis infundada —la del feudalismo— de la cual se deducía lógicamente (incluso a contramano de la propia revolución cubana) un tipo de revolución continental pendiente “agraria- antifeudal-antiimperialista” cuando no directamente “democrático burguesa”. De cualquier modo, no toda recuperación de la producción teórica del marxismo occidental perseguía una utilización política inmediata. El espíritu de la publicación, en ese sentido, no era empirista ni coyunturalista. No se publicaba únicamente lo que “servía” en cada instante. Así como en el primer editorial de la revista y en la parte interior de todas las tapas se señalaba que “ Pensamiento Crítico responde a la necesidad de información que sobre el desarrollo del pensamiento político y social del tiempo presente tiene hoy la Cuba revolucionaria”, hubo números monográficos dedicados a temáticas “no aplicables” directamente a la lucha política del día a día. Por ejemplo, el N° 18/19 (confeccionado por Aurelio Alonso Tejada), de 1968, estuvo íntegramente dedicado al estructuralismo. Allí se recuperaban materiales franceses (Jean Cuisenier: “El estructuralismo de la palabra, de la idea y de los instrumentos”; Marc Barbut: “El sentido de la palabra estructura en matemáticas”; Lucien Sevag: “El mito: código y mensaje” y Henri Lefebvre: “Claude Levi-Strauss o el nuevo eleatismo”, entre otros). Al destinar ese número a un tema tan alejado de las urgentes discusiones políticas del momento, los editores señalaban: “ Pensamiento Crítico ha decidido dedicar la sección monográfica del presente número al estructuralismo, con la doble convicción de que sacrifica la amplitud del campo de interés por los números inmediatos anteriores y de que cumple, a pesar de ello, con un objetivo de difusión elemental del debate sobre uno de los más importantes instrumentos de conocimiento con que cuenta el pensamiento contemporáneo”. Aunque, a decir verdad, no sólo intentaba “difundir” sino también sugerir al lector realizar “una lectura selectiva” de los materiales, diferenciando “la moda estructuralista” del “verdadero análisis estructural”. Al proponer esa diferenciación, la revista intentaba realizar una comparación entre el marxismo y el psicoanálisis, por un lado, y el estructuralismo por el otro, dando por sentado que estos tres habían sido grandes aportes —más allá de sus notables diferencias recíprocas— a la renovación de las ciencias sociales contemporáneas. Otro número destinado, según su editorial, a la “actividad divulgativa y a brindar información poco accesible” fue el N° 30 (armado por Eramis Bueno), cuyo dossier giraba en torno a la inteligencia artificial, la lógica matemática y la cibernética
RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=