Un siglo de intervención de EEUU en Bolivia

66 enclave colonial del imperio en el corazón de América del Sur pone en jaque el controvertido planteamiento de la irrelevancia geopolítica de Bolivia en el tablero regional. El estudio de la relación entre Bolivia y EEUU es clave para en- tender la dinámica de la injerencia en América Latina y explicar las causas estructurales de su dependencia, atraso y marginalidad, así como las condiciones en las que operó el gobierno norteamericano sobre el conjunto de los sucesivos gobiernos nacionales. Este cono- cimiento es fundamental como punto de partida para emprender el camino de la descolonización, el desmontaje de todo el lastre im- perial acumulado durante décadas y facilitar el tránsito hacia una sociedad y un Estado soberano e inherente al Estado Plurinacional. Conocer para pertenecernos, diría Zavaleta Mercado, que es una manera de vencernos a nosotros mismos. Varias generaciones no solo ignoraron esta historia conflictiva y de supremacía extranjera sino que muchos de los ciudadanos murieron y otros todavía conviven con la idea de que en ambos extremos de la relación reposa una voluntad idílica de trabajo recíproco y de beneficios mutuos. Sin excepción alguna, todos los gobiernos, civiles o militares, democráticos o de facto, transi- torios o institucionales, sufrieron presión e injerencia destinadas a cumplir el diseño imperial concebido desde Washington para América Latina y para cada una de nuestras naciones. Aunque se ha sostenido hasta el cansancio que Bolivia consti- tuye una pieza aparentemente irrelevante en el tablero del domi- nio imperial, lo cierto es que su posición geográfica, el potencial de sus recursos naturales y su capacidad de irradiación política en la región explican una realidad completamente distinta a la que se pretende instalar en el imaginario nacional o regional. A través de diversas modalidades de intervención las adminis- traciones de EEUU llevaron a cabo acciones persistentes para dis- ciplinar el comportamiento político del país, alinear las políticas económicas a las de la metrópoli, promover la adhesión militar al diseño de sus objetivos de seguridad regional y global, impulsar la apertura de nuestras fronteras comerciales e industriales para fa-

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