Un siglo de intervención de EEUU en Bolivia
52 moronan y de que llegó la hora de su aniquilamiento físico y simbó- lico, de destruir cualquier intento, manifestación, y sobre todo, lo- gros y perspectivas, de todo poder que cuente con una base popular, respaldo masivo y vocación emancipadora -aunque no sea fruto de una ruptura revolucionaria radical- comprometido con la soberanía, la independencia y el antimperialismo. El imperialismo hoy no sólo no está dispuesto a aceptar la revolución. Tampoco las reformas. No conoce límites. Por eso es imprescindible entender sus características como sujeto dominante y hegemónico, para el que hoy no hay límite frente a sus apetitos de poder (Quintana Taborga, 2019). Sería casi imposible seguir en el análisis cada detalle, cada paso, en la articulación del discurso y el decurso de la política norteame- ricana hacia Nuestra América del gobierno de Trump. Por un lado, la retórica discursiva, no pocas veces contradictoria, que caracte- riza a la figura presidencial, dificulta precisar la lógica, el hilo con- ductor, la línea maestra, de la política hacia la región. Es usual que Trump formule promesas o afirmaciones que luego abandona o reconsidera, o que entran en contradicciones puntuales con las de determinadas figuras relevantes en su gobierno. Por otro, ha sido frecuente la inestabilidad de los funcionarios que asumen responsa- bilidades ejecutivas en las instancias principales vinculadas al que- hacer internacional, diplomático, militar -en los Departamentos de Estado y Defensa, la Seguridad Nacional, las Naciones Unidas, el Comando Sur-, que han sido relevados de sus cargos (John Kelly, James Mattis, Rex Tillerson, H. R. McMaster, Kurt Kidd, Nikki Hale), de manera que seguirle la pista a esos quehaceres a partir de las declaraciones que emitían los mismos, o que emiten quienes les sustituyeron, tiene una utilidad relativa. Ante casos específicos, como los de Venezuela y Cuba, las cons- tantes menciones en el discurso gubernamental oficial, en los me- dios de prensa y trabajos académicos, que anuncian o recomiendan nuevos pasos, que luego se dilatan, posponen o modifican, introdu- ce dificultades adicionales en los esfuerzos por visualizar el curso concreto de la injerencista política norteamericana. En determina- das ocasiones, el tratamiento de México se ha correspondido con
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