Un siglo de intervención de EEUU en Bolivia

232 en 1986, Reagan firmó una Ley de Lucha contra las Drogas y aprobó un presupuesto de $us. 1.700 millones para esta materia. Años después, los críticos al gobierno argumentaron que estas medidas no significaron una reducción real de la disponibilidad de droga en las calles de EEUU al tiempo que representaron una enorme carga fiscal. En 1982, la CIA había calificado al líder libio, Muammar Gaddafi , como su enemigo “número uno”; en abril de 1986, tras la explosión de una bomba en una discoteca de Berlín -que causó la muerte de un militar norteamericano y heridas en otros 63- los servicios secretos de EEUU señalaron que tenían pruebas irrefutables de que este ataque terrorista fue organi- zado por Libia. El 15 de abril de 1986, EEUU lanzó una serie de bombardeos aéreos contra varios objetivos en Trípoli con el propósito de incapacitar a Gaddafi para seguir “exportando el terrorismo”. Poco después, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la Resolución 41/38 condenando el ataque mi- litar contra Libia, por constituir “una violación a la Carta de Naciones Unidas y al ordenamiento internacional”. Por otra parte, después de numerosas denuncias de la prensa y de una investigación congresal, en 1986, el escándalo “Irán- Con- tras” se volvió cada vez más complicado para la administración Reagan, que había utilizado los ingresos por la venta ilegal de armas a Irán durante la guerra entre Irán e Irak (1980-1988) para financiar a la “Contra” (paramilitares) que combatía al Gobierno sandinista en Nicaragua. Esto no obedeció a la escasez presu- puestaria de EEUU para financiar las acciones contra el sandi- nismo sino a ciertas disposiciones legales: en 1983, el Congreso de EEUU había establecido un límite presupuestario de $us. 24 millones de dólares -que debían ser gestionados por la CIA- para financiar a la “Contra” nicaragüense. No obstante, para saltarse ese límite, la CIA transfirió al Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, presidido por Oliver North, la responsabilidad de conseguir más financiamiento. De ahí la venta ilegal de armas y también de drogas, como acciones encubiertas para obtener fi-

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