Un siglo de intervención de EEUU en Bolivia
210 Sin embargo, la contradicción entre el discurso y la práctica mostraba, una vez más, la “doble moral” típica de la política ex- terior estadounidense. Mientras, por una parte, se pregonaban los principios democráticos, el desarrollo económico y la vigencia de los derechos humanos, las sucesivas administraciones nortea- mericanas -tanto demócratas como republicanas- ejecutaron una amplia gama de acciones que violaron la soberanía de los estados latinoamericanos con el propósito de cumplir el principal objetivo de la política exterior estadounidense: preservar la Seguridad Na- cional frente a los intentos de avance del comunismo. Para ello, al parecer, no importaban los medios a emplear -recurriendo a los postulados democráticos o a la promoción de gobiernos militares, si era necesario- con tal de preservar los intereses en juego de Estados Unidos. En este orden de cosas, el Gobierno de Carter se decantó por la adopción de medidas más discretas de intervencionismo y por la reducción de la asistencia militar destinada a evitar la gestación o profundización del sentimiento anti-estadounidense. Así, la ad- ministración Carter estuvo involucrada en la presión a Joaquín Balaguer -un ex aliado- para que acepte los resultados electorales en República Dominicana y abandone el poder (1978) y en la suspensión de la ayuda a El Salvador por la profundización del conflicto entre el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacio- nal (FMLN) y la Junta Militar de Gobierno (1980). En suma, la política de promoción de la democracia y los de- rechos humanos de Carter no alcanzó apreciables resultados ya que muchos países de la región (Argentina, Chile y Uruguay, en- tre los casos más notorios) continuaron sometidos a dictaduras militares altamente funcionales a los intereses norteamericanos para la contención del avance comunista, más aún cuando Cuba incrementó su presencia en África y Nicaragua, apoyando a los sandinistas que peleaban contra Somoza, a quien derrocaron de- finitivamente en 1979. La llegada al gobierno del republicano Ronald Reagan (1981- 1989) significó la reactivación de las prácticas intervencionistas
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