Un siglo de intervención de EEUU en Bolivia
209 via y en menor medida en Perú, Colombia y Venezuela- la Ope- ración Cóndor fue un plan diseñado, bajo la dirección de Henry Kissinger, por el órgano especializado en acciones encubiertas y clandestinas “Comité 40”, instancia dependiente del Consejo de Seguridad Na- cional, orientado a incrustar dictaduras militares altamente represi- vas, que practicaron el terrorismo de Estado, en estrecha coordina- ción y colaboración estadounidense. A las dictaduras militares ya establecidas en el Cono Sur, con Alfredo Stroessner en Paraguay (1954-1989) y con Humberto de Alencar–Castelo Branco (1964-1967), Artur da Costa e Sil- va (1967-1969), Emilio Garrastazu Medici (1969-1974), Ernesto Geisel (1974-1979) y João Baptista de Oliveira Figueiredo (1979- 1985) en Brasil, se suman las de Hugo Banzer en Bolivia (1971- 1978), Augusto Pinochet en Chile (1973-1990), Juan María Bor- daberry en Uruguay (1973-1976) y Rafael Videla en Argentina (1976-1981). Además de las intervenciones ya mencionadas, los gobiernos de Nixon y Gerald Ford -quien asumió después de la renuncia del primero por el caso “Watergate”- se promovieron golpes de Esta- do en Ecuador (Guillermo Rodríguez, 1972-1976), en Perú (Fran- cisco Morales, 1975-1980) y el montaje de una farsa electoral que pretendió prolongar el régimen liberal en Nicaragua, producto de un acuerdo entre Anastasio Somoza y Fernando Agüero, con la aquiescencia de la Embajada de EEUU y representantes de la OEA (1972). Si el Gobierno de Kennedy (1961-1963) se caracterizó por la intención de promover regímenes democráticos -con gobiernos pro-estadounidenses- y el desarrollo económico -en base a la inver- sión privada- encaminados a elevar la calidad de vida de Amé- rica Latina como medida contenedora/preventiva respecto al avance comunista, el Gobierno de Jimmy Carter (1977-1981) se distinguió por impulsar los derechos humanos como una forma para mejorar la imagen de su país, creyendo que la constante violación de los mismos por las dictaduras militares podría ser el caldo de cultivo para la gestación de movimientos comunistas en América Latina.
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