Un siglo de intervención de EEUU en Bolivia
169 C ontexto internacional :
dos bloques y un mundo polarizado En primer lugar, es preciso inscribir el acontecer boliviano na- rrado en este volumen en el marco de una dinámica global que se caracterizaba, en la década de los años 50 del siglo pasado, por la escenificación del conflicto ideológico global entre Estados Unidos y la Unión Soviética, en el marco de una “Guerra Fría” que era tributaria de los traumas que la Segunda Guerra Mundial (1939- 1945) había dejado en la esfera internacional. Esquemáticamente, el mundo se dividía entonces en dos grandes “bloques” (el capi- talista y el comunista) y América Latina (al igual que lo serían, en parte, África y el Este asiático) era la geografía “viva” en la que se encarnaba esta pugna por ganar territorios y áreas de influencia. Sin embargo, a juicio de uno de los historiadores de formación marxista más prominentes del siglo XX -el británico Eric Hobs- bawm- esta oposición binaria entre capitalismo y comunismo no fue, en absoluto, ajena a las paradojas del devenir histórico: Sólo la alianza histórica -insólita y temporal- del capitalismo libe- ral y el comunismo para hacer frente a ese desafío [el surgimiento de los fascismos] permitió salvar la democracia, pues la victoria sobre la Alemania de Hitler fue esencialmente obra (no podría haber sido de otro modo) del ejército rojo. Desde una multiplicidad de puntos de vista, este período de alianza entre el capitalismo y el comunismo contra el fascismo -fundamentalmente las décadas de 1930 y 1940- es el momento decisivo en la historia del siglo XX. En muchos senti- dos es un proceso paradójico, pues durante la mayor parte del siglo -excepto en el breve período de antifascismo- las relaciones entre el comunismo y el capitalismo se caracterizaron por un antagonismo irreconciliable (Hobsbawm, 1994: 15). Según Hobsbawm (Ibíd.: 16), el gran interrogante al que deben dar respuesta los historiadores del siglo XX es cómo y por qué, tras la Segunda Guerra Mundial, el capitalismo inició, sorprendentemente, una suerte de “edad de oro”, sin precedentes y tal vez anómala, que se extendería entre 1947 y 1973. Sin lugar a dudas, este contexto de
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