Un siglo de intervención de EEUU en Bolivia

150 A pesar de la presión ejercida, entre 1938-1940, el conjunto de tácticas desplegadas por el Gobierno de EEUU no pudo quebrar la posición mexicana en torno a la expropiación. En su defecto, fue la creciente amenaza de la guerra europea la que, por un lado, apresuró a Roosevelt a buscar una solución, reconociendo la importancia de México como aliado, tanto para la provisión de materiales estratégicos -entre ellos el petróleo y la plata- como para el establecimiento de bases navales y aéreas. Por el otro lado, la guerra propició el acercamiento del Presidente Cárdenas -anti- fascista- hacia EEUU, acercamiento que fue profundizado por su sucesor, Manuel Ávila. En este contexto, si bien Roosevelt abandonó la línea dura, esto no significó que dejara de utilizar ciertas tácticas de incenti- vo, como la ayuda económica y el acceso al mercado estadouni- dense, para de igual manera, “forzar” un arreglo. Fue así cómo, finalmente, en noviembre 1941 -apenas un mes antes del ataque japonés a la base naval estadounidense de Pearl Harbor- ambos gobiernos lograron establecer un acuerdo am- plio que solucionaba todas las cuestiones pendientes, que según Gregorio Selser (2010a: 667-670) fue anunciado con profunda “satisfacción por el Departamento de Estado”. Entre las principales disposiciones del acuerdo, uno de los que más sobresale es la concesión que terminó haciendo Roosevelt a la demanda mexicana, para que fuera una comisión mixta la que de- terminase el valor de las propiedades expropiadas, tan resistida por los trust (consorcios) petroleros. Dicho arreglo consideraba también un contrato de compra de plata y petróleo, la negociación de un tra- tado de comercio recíproco - firmado en 1942- otro de cooperación monetaria y financiera (estabilizaciónmonetaria) y la financiación de proyectos, a partir de préstamos bilaterales (Estado-Estado) a través del Banco de Exportaciones e Importaciones (Eximbank). 42 42 Producto de este arreglo, EEUU otorgó un préstamo de $us. 40 millones para estabilizar el peso mexicano y un crédito de $us. 30 millones para rehabi- litar el sistema de comunicaciones (Meyer, 1966: 150).

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