Un siglo de intervención de EEUU en Bolivia

15 implicó matanzas genocidas de pueblos originarios (propios), ra- cismo y apartheid interno contra las negritudes, invasión y robo de enorme territorios fronterizos (principalmente pertenecientes a México), represión sistemática de sus propios movimientos so- ciales y cooptación de sindicatos, asesinatos selectivos de líderes disidentes (Malcom X, Martin Luther King, los principales di- rigentes de las Panteras Negras, etc.), vigilancia permanente de sus propios ciudadanos (donde el famoso escándalo de espionaje “Watergate” fue una chiquilinada al lado de lo que hoy denun- cian Edward Snowden o Julian Assenge). Si Howard Zinn saca de la oscuridad esta otra historia “olvida- da” por la historia oficial yanqui, mucho más gris, menos “gloriosa” y digna que la que estamos acostumbrados a escuchar, ver y leer; el mencionado pensador italiano Doménico Losurdo ha demostra- do con fuentes originales que los fundadores y primeros juristas de los Estados Unidos no eran tan “liberales” como los han pintado desde las películas más groseras de Hollywood hasta intelectuales de enorme prestigio académico como Hannah Arendt (heredera inconfesada de Alexis de Tocqueville, entusiasta admirador de USA en el siglo XIX) o el gran escritor de best sellers Toni Negri (quien en su libro Imperio supera incluso la apologética de Hannah Arendt hacia el orden jurídico estadounidense). Según Losurdo, los primeros constitucionalistas que se independizan del imperio britá- nico en 1776 no sólo eran partidarios de la esclavitud y el tráfico de personas negras de origen africano -que permiten alegremente en la constitución original de Estados Unidos- sino que además, por si ello no alcanzara, ¡ellos mismos eran propietarios esclavistas! No eran sólo teóricos, también eran esclavistas prácticos. No casual- mente en los estados del Sur norteamericano el apartheid sobre- vivió hasta bien extendido el siglo XX. Esa es la historia prosaica, mundana y terrenal que ninguna apologética puede tapar, como no se puede tapar el sol con los dedos de una mano, aunque esa mano sea blanca, gordita, anglosajona y protestante. Junto a esa traumática, bochornosa y “olvidada” historia in- terna -borrada y suprimida, pero exhaustivamente estudiada y

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