Un siglo de intervención de EEUU en Bolivia

13 Recordemos que la descripción realizada por el presidente Abraham Lincoln sobre los Estados Unidos como “la última y mejor esperanza sobre la faz de la Tierra” está altamente conta- minada de este espíritu cruzado, teocrático y supremacista. Tam- bién Lincoln -aunque Karl Marx y la Asociación Internacional de los Trabajadores [AIT] lo apoyaran en la abolición de la es- clavitud- era un puritano y estructuraba sus discursos como una especie de “salmos” que giraban en torno a preceptos bíblicos. ¿Elegiría ese tono sólo por sus efectos de convencimiento retó- rico de la audiencia o la teología protestante y puritana seguía latiendo debajo del republicanismo? A pesar de la apologética académica, la vulgata periodística y cinematográfica habitual, en la ideología oficial de los círculos gobernantes del Estado-nación norteamericano, liberalismo y republicanismo han sido y siguen siendo muy difíciles de distinguirse y separarse de la fundamenta- ción teológica de “la misión de los Estados Unidos otorgada por La Providencia y por Dios” para gobernar el planeta y de la ideo- logía de la pretendida White supremacy [supremacía blanca]. Como bien ha documentado con exhaustividad el filósofo e his- toriador de las ideas Doménico Losurdo en su obra El lenguaje del imperio. Léxico de la ideología americana, el fundamentalismo teocrático atraviesa de cabo a rabo la ideología y los discursos ofi- ciales de diferentes presidentes estadounidenses. Desde Theodore Roosevelt (a inicios del siglo XX) y WoodrowWilson (interviniendo en la primera guerra mundial) hasta Ronald Reagan, Bush (padre e hijo) y otros mandatarios más cercanos a nuestros días. Extendería demasiado esta introducción citar in extenso cada uno de los dis- cursos y las repetidas invocaciones a Dios y la Providencia con que la Casa Blanca ha iniciado bombardeos, invasiones, guerras y ge- nocidios durante todo el siglo XX y lo que va del XXI. Remitimos a la lectura y la paciente reconstrucción de Losurdo. Cualquier persona que se aparte, entonces, aunque sea media hora de la CNN o de las cadenas de noticias oficialistas de Nor- teamérica, si se pone a meditar apenas cinco minutos, fácilmente puede advertir que la dicotomía [“Estados Unidos = Occidente

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