El Vuelo del Fénix

EL VUELO DEL FÉNIX 86 creación y destrucción que socava las posibilidades de reproducción de la vida humana. La irreversibilidad de los procesos de explotación de los recursos materiales y energéticos determina la intensificación de la entropía social y ecológica en tanto estos insumos no estarán dis- ponibles para una segunda estrategia de desarrollo. En el capitalismo histórico, la determinante económica es igualmente la determinante secular que organiza los horizontes de expectativas mediante la des- trucción de las formas de vida comunitarias. El intercambio capitalista de mercancías comienza donde ter- minan las entidades comunitarias extendiéndose a lo interno de las comunidades sobre las que actúa como un agente disolvente de los plexos de vida de las relaciones sociales. El resultado de este proceso es el fortalecimiento de la individualidad como principio alocativo del capital para consolidar una formación social sujeta a un proceso de individuación y separación que contribuye como decurso de acción a la extensión de la proletarización del mundo. Y por consiguiente, a la irreversibilidad civilizacional del capital que tiende a la clausura de las formas nostálgicas de convivencia, producción y distribución como las defendidas por los socialistas utópicos como Proudhon. In- dividualidad y separación, mercantilización y universalización son los registros fundamentales de la emergencia del mercado mundial en cuanto la burguesía anida en su ascenso transformativo las claves de su propia destrucción. Esta fuerza constructiva y destructiva, anuncia Marx, configura los presupuestos centrales del capitalismo en tanto la producción ca- pitalista socava simultáneamente las dos fuentes fundamentales de toda riqueza: la naturaleza y el trabajo. El capitalismo se configura entonces como una máquina en perpetuo movimiento constructi- vo y destructivo cuyas intrínsecas fortalezas constituyen su dimen- sión más intolerable. “En este plano, el capitalismo vive agotando las reservas antropológicas constituidas durante los milenios prece- dentes. Así como vive agotando las reservas naturales” (Castoriadis, 2006:116). En esta dirección, El capital de Karl Marx, leído como un texto que visibiliza al capitalismo como máquina destructiva del tra- bajo y la naturaleza, se constituye en una obra clave para comprender las nuevas realidades sociales y ecológicas que produce el capitalis- mo, adquiriendo una eficacia simbólica para comprender la dinámi- ca destructiva en su fase de globalización neoliberal. En efecto, en un periodo que se caracteriza por la ausencia de alternativas, los in- tentos de reformar al sistema capitalista terminan por fortalecerlo en su dinámica de acumulación por acumulación. Como lo diría Walter Benjamín, “el conformismo que, desde el principio, ha encontrado acomodo en la socialdemocracia no solo afecta a su táctica política,

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