El Vuelo del Fénix

83 Miguel Ángel Contreras Natera del estado de desarrollo de las fuerzas productivas a lo interno del lugar que ocupe el Estado-nación en la división internacional del tra- bajo en el sistema histórico capitalista. Para Karl Marx, la producción de mercancías es una producción de valor de uso social que combina dos elementos para su cristalización como mercancía: materia natural y trabajo. En todo caso, la naturaleza y el trabajo se constituyen en la mediación del intercambio metabólico de la sociedad en donde la naturaleza se convierte en el fundamento óntico de ese intercambio. Desde el momento, en que se metaboliza en la forma mercancía se transforma en un objeto sensiblemente suprasensible adoptando una determinada relación social. El trabajo tiene un doble carácter produce valores de uso, que sa- tisfacen necesidades sociales, y produce valores de cambio que sirven de suplemento al intercambio de mercancías en el mercado capitalis- ta. La oposición entre cualidad y cantidad, entre valor de uso y valor de cambio de esos objetos llamados mercancías nos conduce a mun- dos antitéticos que se vinculan mediante la sinonimia de dos niveles distintos de figuración que potencialmente pueden tomar caminos separados. El doble proceso de la mercancía que la convierte simul- táneamente en sustantivo por derecho propio y proceso matemático capaz de tomar el lugar de esas sustancias y objetos, se manifiestan en el trabajo humano y en la abstracción matemática que contiene el debate marxista sobre la teoría laboral del valor y la teoría del capital financiero como controversias insertas en la teorización de Marx. Ciertamente, la crítica a la ecuación de la identidad como tal, per- mite confrontar las teorías ideológicas del precio y el salario justo, de la noción de contrato entre sujetos libres e iguales, las distintas versiones de las teorías del equilibrio y las teorías del reflejo, al presu- poner una colectividad que establece sus prioridades sobre la base de sus necesidades intrínsecas, “y no sobre el mero principio de equiva- lencia” (Jameson, 2013:37). La estructura del capital que se presenta como una estructura sin fisuras en su espejismo sincrónico se encuen- tra asediada por la superposición de varios tipos de temporalidades. La función del signo de identidad es socavada por la caracterización diferencial que hace Marx en un lenguaje figurativo que está concebi- do para palpar la materialidad, las cualidades, las texturas y las densi- dades ocultas del mundo de las mercancías. vo, señala irónicamente Marx (El capital, Libro I, tomo II, p.256), por no es ninguna dicha, sino una desgracia; el único valor que el obrero puede tener no está determi- nado por el trabajo hecho y el efecto social útil, sino por una relación específicamente social (…) que convierte al trabajador en medio directo de valorización del capital” (Harvey,2007:129).

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