El Vuelo del Fénix
69 Miguel Ángel Contreras Natera tiempo vivo” (citado en Negri y Hardt, 2003:7). La capacidad transfor- mativa del trabajo como dominio creativo, constructivo y ordenador de la existencia humana que está dirigida por propósitos, forja en la mente del obrero un resultado que tenía existencia ideal antes de co- menzar el proceso transformativo de la materia. “Aparte del esfuerzo de los órganos que trabajan, se requiere para toda la duración del tra- bajo la voluntad consciente del fin” (Marx,2000:242) que llamamos in- tención . Las formas que adopta la conciencia en la sociedad deben ser entendidas dentro del concepto de praxis como actividad productora de sentido. Y esto, supone un distanciamiento respecto a las formas objetivadas de la dialéctica hegeliana, para orientarla hacia la crítica materialista que ofrece el concepto de alienación en Marx. En la socie- dad capitalista, la alienación acontece cuando la fuerza de trabajo del hombre, no representa la expresión de sus potencialidades creativas –lo que Marx siguiendo a Feuerbach–, llama su ser genérico en cuan- to sus productos son hostiles en tanto lo niegan y deshumanizan. La alienación no tiene un sentido ontológico, es una condición histórica de la sociedad capitalista, que logra reificar la existencia humana en el funcionamiento de sus anquilosadas estructuras sociales y políticas. Cierto que el concepto del trabajo enajenado, (de la vida enajenada) fue extraído por nosotros de la Economía Política, como resultado del movimiento de la propiedad privada. Pero el análisis de este concepto revela que, aunque la propiedad privada aparezca como el fundamen- to, como la causa del trabajo enajenado, es más bien una consecuencia de éste, del mismo modo que los dioses no son, en su origen la causa, sino el efecto del extravío de la mente del hombre. Más tarde, la re- lación se convierte en una relación de interdependencia. Es al llegar al punto último y culminante del desarrollo de la propiedad privada cuando vuelve a revelarse este secreto suyo, a saber: de una parte, que la propiedad privada es el producto del trabajo enajenado y, en segun- do lugar, el medio a través del cual se enajena el trabajo, la realización de esta enajenación (Marx, 1968:85). El método dialéctico –como negatividad productora– muestra el ca- rácter contradictorio de la sociedad burguesa al comprender simultá- neamente el movimiento positivo del estado de cosas como su necesa- ria caída negadora. La esencia crítica y revolucionaria de la dialéctica marxista destruye las naturalizaciones burguesas diferenciándose de las formas místicas del idealismo filosófico que coparon la escena in- telectual en Alemania. En palabras de Karl Marx, es preciso reconocer la influyente contribución de la dialéctica de Hegel (a pesar de su lado mistificador) en su capacidad de negación, afirmación y trascendencia acentuando que “en algunos pasajes del capítulo sobre la teoría del
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