El Vuelo del Fénix

67 Miguel Ángel Contreras Natera rico de la inmanencia conflictiva es un signo de los tiempos transfor- mativos en el siglo XIX europeo. La recepción teórica y política de El capital en amplios círculos de los trabajadores europeos mostró el signo revolucionario y científico de una obra considerada la biblia del movimiento obrero. En buena medida el propio Marx reconocía que la recepción polí- tica en el proletariado europeo constituían el verdadero triunfo de su obra. Para él, la sociedad burguesa concibe el orden capitalista como el horizonte último de la producción social mitificando y deshistori- zando las circunstancias presentes al abstraer al capital del intrínseco proceso de transformaciones históricas. Al conjurar la lucha de cla- ses, los agentes de la producción burguesa, fundamentan lo histórica- mente transitorio como orden definitivo y absoluto, como el mejor de los mundos posibles. En los trabajos de David Ricardo se transmuta conscientemente la oposición de los intereses de clases, entre salario y ganancia, entre ganancia y renta del suelo, al naturalizar ingenua- mente el antagonismo como ley férrea de la sociedad. Inclusive, en la sicofante obra de John Stuart Mill se avanza en el intento de conciliar la economía política con las demandas del proletariado. Sin compren- der que las contradicciones por la disputa del orden sensible entre la aristocracia y la burguesía relegan transitoriamente el conflicto funda- mental entre capital y trabajo. El horizonte que se delinea al calor del conflicto de clase decimo- nónico descubre espacios de experiencia del proletariado marcados por la recurrencia de las crisis cíclicas en su proceso de producción y reproducción capitalista. El problema de la democracia en el movi- miento obrero encierra el advenimiento de la nueva cuestión social 3 en donde la organización del trabajo fabril se convirtió en la punta de 3 El dramático contraste entre la audacia de sus consignas, movimientos y deman- das respecto a su timidez en el campo político es una de las características del movi- miento obrero de 1848. “La cuestión social aparece […] ante todo como la compro- bación de un déficit de la realidad social en relación con el imaginario político de la República. Era un déficit generador de desencanto y temor: desencanto de quienes esperaban de esa ampliación de la soberanía política una modificación consecuente e inmediata de su condición civil; temor, e incluso pánico, por parte de quienes temían que ese poder para el pueblo sirviera para instaurar el poder del pueblo de Paris so- bre el resto de la nación […] El derecho al trabajo, según el ideal de 1848, será el que deba reunir nuevas aspiraciones en la sociedad y la nueva legitimidad en la política, el pueblo de Paris y la Asamblea Constituyente. Establece una articulación inmediata entre el registro civil y el registro político que concreta en torno a ella el consenso en el que el tema genérico del derecho, desde 1789, siempre benefició contra el privile- gio [...] El derecho al trabajo no unificó, entonces, como se podía esperar, la socie- dad y la política, el pueblo y la Asamblea, sino que los puso uno contra otro, con la certeza de ambas partes de estar de estar representado el buen derecho republicano” (Donzelot,2007:26,28 y30).

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