El Vuelo del Fénix

EL VUELO DEL FÉNIX 52 luchan, y a los que se añaden muchos otros, como los de respeto a todas las religiones y posiciones humanistas o laicas, así como a las diferencias de edad, raza, sexo e inclinaciones sexuales. Es más, al hacer suyos los derechos humanos los nuevos movi- mientos incluyen los derechos de los trabajadores y los que conciernen a la autonomía de los pueblos dominados en las guerras de conquista interna y externa por las oligarquías vendedoras y las intervenciones imperialistas de vieja y nueva cuña. Al mismo tiempo los nuevos movimientos emancipadores mani- fiestan su solidaridad con los del mundo y con la inmensa mayoría de ellos renuevan el ideal de la unión latinoamericana, que la Revolución Bolivariana ha puesto en un primer plano. En frentes que en Cuba abarcan al país entero, las redes de colec- tivos estructuran un poder ofensivo y defensivo con comandos, orga- nizaciones, estrategias y tácticas de respuesta rápida, para una guerra defensiva del pueblo-gobierno, que se da y puede enfrentarse en todos los frentes, tanto para la defensa frente a los incesantes ataques del imperialismo y de la burguesía vendedora a él aliada. En tiempos de paz –por relativa que esta sea– pueblos y trabajadores se reestructuran para la construcción y creación permanente de una sociedad cada vez más libre, más culta y más organizada, que no por ello deje de enfren- tar sus propias contradicciones, procurando disminuirlas o anularlas. Con todo y los problemas, obstáculos y fuerzas a que Cuba, el EZLN y Venezuela se enfrentan, su poder emancipador distribuido es considerablemente superior al de otras revoluciones que se han dado en la historia universal. También es ejemplar el esfuerzo que los gobiernos-pueblos hacen para lograr: que los cambios obtenidos se consoliden y otros más se realicen, en forma pacífica si se puede. La estructuración de poder, moral, conciencia, libertad y armas civiles y militares es sin duda el origen de que los trabajadores y los pueblos organizados de Cuba hayan alcanzado una fuerza gigantesca en un país pequeño, y lo que prueba la subsistencia, por más de me- dio siglo, del gobierno-pueblo trabajador de Cuba. En ese gobierno- pueblo trabajan en tiempos de paz los intelectuales y profesionales de las más distintas especialidades, muchos de ellos experimentados en toda clase de luchas pacíficas y violentas, defensivas y ofensivas que practican y renuevan constantemente. Tal es el caso ejemplar de lo nuevo y lo permanente, de que des- cubrió Karl Marx y de lo que al mismo tiempo que continuó cambió, y se enriqueció en sus valores y metas, en sus personas, colectividades y colectivos; medios y experiencias, estrategias y tácticas. La relación dialéctica que precisó Marx en términos históricos y, no sólo con el hilo de los razonamientos, y de las ideas, permite

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