El Vuelo del Fénix

EL VUELO DEL FÉNIX 440 1929 – cuando Ernesto Guevara tenía un año de vida nada más – se hizo la primera conferencia comunista de Suramérica, como una re- unión internacional de los comunistas de América Latina, no de Ru- sia, ni de afuera. Se hace en Buenos Aires, ilegal, si no recuerdo mal, porque en las actas sale que se juntaron en Uruguay para despistar a la policía, pero en realidad se juntaron en Buenos Aires. José Carlos Mariátegui, el gran pensador del marxismo en Perú, pero uno de los más renovadores, según las malas lenguas del barrio es el fundador del marxismo en este continente, porque antes de él habían otros que habían leído a Marx, lo habían traducido al español, como el pensador socialista Juan Bautista Justo, que fue el primer traductor de El Capital al español, como pudo, en 1898; no traducía plusva- lía, sino supervalía, etc., pero como pudo intento traducir a Marx. En 1870 en México habían traducido el manifiesto comunista. Eran traductores de Marx, pero no utilizaban el marxismo como método, como concepción del mundo. El primero que realmente empieza a apropiarse del marxismo en clave latinoamericana, a resignificarlo de acuerdo a las preguntas nuestras, a cruzarlo con las culturas de los pueblos originarios de América Latina, es José Carlos Mariáte- gui. Bueno, Mariátegui tenía problemas en una pierna, se la habían cortado, tenía pensado ir a Buenos Aires a ponerse una prótesis, no pudo, se enfermó mucho y se murió en 1930. Pero envío dos trabajos a esta primera conferencia de los comunistas de 1929, uno se llama- ba “Punto de vista anti-imperialista”, digamos, el corazón del mar- xismo latinoamericano, contra el imperialismo británico, contra el imperialismo yankee. Y el segundo trabajo que envió se llamaba “El problema de las razas en América”; ¿qué pasa con el marxismo? ¿es de blanquitos o es de todo el mundo? Los pueblos originarios, ¿tie- nen derecho al marxismo? ¿o el marxismo es algo ajeno? Es un deba- te que aún hoy día sigue generando chispas, imagínate en esa época. Él no puede viajar porque está muy enfermo; pero envía dos delega- dos, uno de ellos se llamaba Julio Porto Carrero, el otro se llamaba Hugo Pesce, médico, comunista del Perú, delegado de Mariátegui. Por esos azares de la historia, con una mochila en la espalda, que se va de mochilero, no para hacer revoluciones – vamos a ser sinceros para desmitificar – , se va a pasear, porque sino, parece que el Che fue un guerrillero comunista desde el jardín de infantes. No, se va como cualquier joven rebelde que tiene ganas de viajar, con la mochila al hombro, de manera iconoclasta, de manera no estructurada, en fin. Cae en la casa de Hugo Pesce, y es más que probable que Pesce, al joven Guevara y a su amigo que se llamaba Alberto Granados – que está retratado en al película Diario en motocicleta– , les haya hablado a estos jóvenes inquietos, rebeldes, con ganas de nutrirse de teoría

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