El Vuelo del Fénix

43 Pablo González Casanova Ya en Francia, a poco de aparecido el texto, se decía que El Ca- pital era “la biblia de la clase obrera”, lo que inducía a buscar, en el texto mismo, tanto la verdad de lo que ocurre y de las causas que lo provocan, como lo que es obligatorio hacer para lograr la salvación de los fieles, y sobre todo de quienes en el libro buscan –como si de veras fuera la biblia– su salvación y la salvación de los suyos. Problema más grave aún es que la sacralización no se limitó a ese y otros textos de Marx. Ha llevado incluso a la sacralización o ex- clusión, pasajera o duradera, tácita o expresa, de grandes pensadores clásicos y contemporáneos, que se inscriben en esa inmensa corriente de pensar y luchar, y hasta de quienes, a lo largo de la historia, han sido líderes de importantes movimientos, partidos, uniones y estados en los que, no pocas veces, como líderes se han servido de la sacrali- zación que los engrandece para la descalificación integral de sus opo- sitores, a fin de que los razonamientos y propuestas de éstos pierdan toda legitimidad y fuerza. En última instancia la sacralización es una manifestación del au- toritarismo, tanto en el pensar como en el actuar, pues los argumentos de quien o quienes mandan se vuelven argumentos “sagrados”, y otro tanto ocurre con sus estrategias, tácticas y políticas. Éstas se escuchan y obedecen. Allí no acaba el problema, sino que para mayores daños al cono- cimiento científico y a la acción revolucionaria, la sacralización de la cultura dialéctica y dialogal precisamente la convierte en su opuesto, en una ideología supuestamente revolucionaria o reformista, cuyos adherentes, lejos de someter a crítica los conocimientos científicos, prácticos y técnicos del sistema, rechazan actualizar sus propios cono- cimientos descuidando el paso del tiempo, y se quedan en una crítica que a menudo impide el des-cubrimiento de lo nuevo y de lo concreto en la historia, la geografía y la organización del trabajo y de la vida. Para profundizar en nuestro objetivo crítico, vamos a apuntar una brevísima historia de la liberación de “las creencias”, de aquéllas que tras ser controladas por “los señores del poder y del dinero”, si- guen apoderándose de las ciencias y hacen aún más difícil el triunfo de la liberación y de la vida humana. Las fuerzas emancipadoras no sólo están obligadas a elevar la lucidez, la moral de lucha, la moral de cooperación y de compartición, sino la comprensión de un proceso emancipador que se enfrenta a las ciencias y técnicas de contrainsurgencia del imperialismo. La validez de rescatar este planteamiento crítico se mostró con toda claridad al triunfo de la Revolución Cubana encabezada por el “26 de Julio”, que a las experiencias históricas de rebelión y resistencia del pueblo cu- bano, añadió un conocimiento concreto y actualizado de las luchas

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