El Vuelo del Fénix

EL VUELO DEL FÉNIX 422 mi pueblo. Si apelo a Marx, no como individuo, sino como tradición política, es a partir de la historia de nuestros pueblos. ¿Cómo voy a prescindir de la conquista de América? ¿Cómo voy a prescindir de los 70 millones de indígenas asesinados? ¿Cómo voy a prescindir de nuestros 30 mil desaparecidos? ¿Cómo voy a prescindir de la historia de los golpes de Estado del siglo XX? y a partir de allí, dejando todo eso de lado, ir a leer El Capital; no digo que no haya gente que lo haga, pero a mí no me interesa. RL: En Nuestro Marx también rescatas el concepto de fetichismo. La discusión en torno a este problema se plantea desde dos polos teórico- prácticos. De un lado, están quienes ven el fetichismo como una dinámi- ca sin sujetos, como una dinámica de cosificación, de dominación, pero desdibujando al sujeto, como por ejemplo el estructuralismo. Del otro lado, están quienes colocan el acento en la pura conciencia del sujeto, afirmando que es la conciencia la que permite superar las relaciones de dominación. ¿Cómo ves está discusión y cuál es el rescate que haces de la teoría del fetichismo de Marx? NK: La riqueza que tiene la teoría del fetichismo es que permite dar cuenta de los dos polos al mismo tiempo. Ni es sólo la teoría de la falsa conciencia, como han dicho algunos que han interpretado la teoría del fetichismo que figura en El Capital simplemente como la prolongación madura de lo que en su juventud Marx había de- nominado la teoría de la ideología. Fetichismo sería otro nombre para la teoría de la ideología; ideología entendida aquí como falsa conciencia, como obstáculo sistemático, como error que persiste. Si el fetichismo es simplemente otro nombre diverso para el mismo proceso ideológico, sería un proceso puramente subjetivo, cultural y de consciencia; serían los velos en la visión, que basta correrlos para ver diáfanamente cómo transcurre el proceso de la realidad, se- ría una reducción puramente subjetivista de la teoría del fetichismo. El otro polo es el que vos describiste, decir que el fetichismo no es un proceso de ideología, no es solamente un proceso epistemológi- co, un obstáculo al conocimiento, sino que tiene que ver con ciertos fundamentos automáticos del mercado y de la economía, al margen de los sujetos, que se le imponen a los sujetos, como un fenómeno puramente objetivo. Creo que la riqueza de Marx – y valga la dificultad de esta teo- ría para comprenderla – es que da cuenta de ambos arcos de proble- mas al mismo tiempo. Permite entender la lógica mercantil, que es una lógica anónima, impersonal que se impone sobre las personas, entre comillas automática, con piloto automático, permite compren-

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