El Vuelo del Fénix
357 Franz Hinkelammert sojuzgado, abandonado y despreciable”. El ser humano por tanto se asume como ser supremo para el ser humano, siempre y cuando se pone de lado de aquellos que están humillados, sojuzgados, abando- nados y despreciados. Por supuesto, Camus podría ahora postular un dios que pida precisamente eso al ser humano por el hecho de que él mismo como dios asume esta posición también. Pero en este caso esta divinización sería en el mismo acto la humanización, de la cual se trata para Marx. Pero Camus ni siquiera ve esta dimensión. Eso es el contenido del humanismo de la praxis, que Marx hace presente. Este contenido Camus lo esconde muy intencionalmente, para tener la posibilidad de denunciar a Marx como un Calígula po- tencial. Camus se hace completamente ciego como consecuencia de su anticommunismo. Al final solamente confirma lo que Thomas Mann decía cuando llamaba al anticomunismo la mayor tontería del siglo XX. Pero, de todas maneras, Camus, cuando habla sobre las pers- pectivas de la acción vista desde la rebelión, afirma una posición que es sumamente parecida a la posición de Marx. Para mi Camus sigue siendo un gran pensador, a no ser que hable sobre el comunismo o el pensamiento de Marx. Eso precisamente parece ser también la razón para el conflicto de Camus con Sartre. La apertura de la crítica de la religión de Marx De esta manera resulta que la crítica de la religión marxiana queda abierta. Ella es unívoca en lo que se refiere a su concepto universal de li- bertad y a su humanismo de la praxis. Pero si eso desemboca en alguna imaginación de Dios o no, no se puede decidir unívocamente. El resul- tado puede ser tanto el ateísmo o también una determinada fe en Dios. En ambos casos este concepto del humanismo de la praxis da el criterio de decisión que tiene que distinguir falsos dioses, pero también falsos ateísmos. Si son falsos o no, depende de su relación con este concepto universal de libertad y este humanismo de la praxis. De esta manera, el criterio de verdad siempre es el propio ser humano. No lo pueden ser ninguna especial voluntad de dios o cualquier ciencia con resultados diferentes. En última instancia todo se orienta a que el ser humano es ahora el criterio de verdad. La capacidad de convicción de una imagi- nación de Dios, que desde el punto de vista de la crítica de la religión de parte de Marx no puede ser refutada, es claramente resultado del hecho, de que la propia contingencia del mundo no es superable para ninguna praxis humana. Se trata especialmente del hecho de que las imaginaciones transcendentales (como el comunismo en la tradición socialista o el reino de dios en la tradición cristiana) de por sí no pueden ser realizadas y que el ser humano es mortal. Pero en última instancia el criterio, según el cual se puede juzgar sobre cualquier dios y decidir
RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=