El Vuelo del Fénix
345 Franz Hinkelammert capitalismo empezó con el golpe militar chileno en 1973 y el desa- rrollo de los regímenes totalitarios de la Seguridad Nacional tanto en Chile como en muchos otros países de América Latina. A eso le siguió la redefinición del capitalismo por Margaret Thatcher en Inglaterra y posteriormente por Reagan en los EEUU a partir de 1980. Eso llevó entonces al tal llamado Consenso de Washington y a lo que se llama hoy la política de la globalización, que hoy en día se está transfor- mando en una crisis mundial de todo el sistema económico y social y también político. Eso llevó en ese tiempo a una importante redefinición de los pro- pios partidos políticos que habían llevado la política de la interven- ción sistemática de los mercados. Se trata en especial de los partidos demócrata-cristianos y social-demócratas. En Alemania se transfor- mó radicalmente el partido demócrata-cristiano. Con eso su nombre “cristiano” se transformó en una especie de blasfemia. Hoy en día nin- gún político demócrata-cristiano podría proponer una política pare- cida a la política económica después de la II Guerra Mundial llevada a cabo por la propia democracia alemana con su ministro Ludwig Erhard 3 . Todo el mundo oficial y todos los medios de comunicación lo acusarían de extrema izquierda y lo tratarían como a un enemigo. Casi lo mismo ocurrió en la Socialdemocracia alemana. El dogma de la religión neoliberal del mercado lo ha devorado todo. Un cambio de este tipo tenía que tener consecuencias muy am- plias para la crítica de la religión de Marx como parte esencial de todo el pensamiento de Marx. Hay que recordar, que el ateísmo de Marx no es un ateísmo metafísico o dogmático, como posteriormente se impu- so en la mayoría de los países socialistas. Para Marx no hay duda de que, si no se puede probar la existencia de Dios, su no-existencia no se puede probar tampoco. La crítica de la religión de Marx, como la de Feuerbach, es una crítica de la enajenación humana, para la cual la religión puede ser un elemento clave. Posteriormente Marx pone en el lugar de la ena- jenación humana el problema del fetichismo. Por eso es entendida en su obra posterior toda religión –cualquier Sinaí–, como una ética heterónoma, que tiene que ser sustituida por una ética autónoma. De eso se sigue, que Marx espera de la superación de esta enaje- nación humana o de este fetiche, el fin de la propia religión, que según él va a morir. Marx quiere abolir la producción mercantil, no la religión. Más bien Marx parte de la convicción, que con la abo- lición de la producción mercantil se inicia la muerte de la religión. Por eso se pronuncia, junto con Engels, en contra de las propuestas 3 Véase: Hinkelammert, 1976
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