El Vuelo del Fénix

341 Franz Hinkelammert ción la podemos expresar de la siguiente manera: “El ser humano no es para el mercado, sino el mercado es para el ser humano”. La señora Merkel dejó bien claro que según su opinión, el ser humano tiene que ser para el mercado como su instancia suprema. El ser humano tiene que dejarse arrastrar por el mercado sin ninguna resistencia legítima. Esto corresponde completamente a la exigencia de la religión neolibe- ral del mercado. Pero no se trata solamente de la opinión de Frau Merkel. Los burócratas del partido republicano de EEUU, formularon en el año 1980 una declaración para la preparación del nuevo gobierno de Re- agan, que llevó el nombre de Declaración de Santa Fe. Para poderle dar a la declaración el nombre de Santa Fe, se reunieron en la ciudad que se llama Santa Fe. Efectivamente se trata de una declaración de la fe de la religión neoliberal del mercado y hasta se llama así, aun- que se evite legitimar efectivamente el nombre de Santa Fe que lleva la declaración. La Declaración de la Santa Fe (1980) se expresa de la siguiente manera: Desafortunadamente, las fuerzas marxistas-leninistas han utilizado a la iglesia como un arma política en contra de la propiedad privada y del capitalismo productivo, infiltrando la comunidad religiosa con ideas que son menos cristianas que comunistas. Otra vez se trata de afirmar, que el ser humano es para el mercado. Eso se expresa por el hecho de que la declaración se refiera a “la pro- piedad privada y el capitalismo productivo”, que es a la vez celebrada como si fuera el cristianismo verdadero. De esta manera la burocracia del partido de Reagan y detrás de ella la propia CIA llegaron a ser la autoridad suprema en el campo de la teología. Defienden el cristianismo, pero bajo la condición de que se base en la religión del mercado y del capitalismo. Si no, la CIA tiene su propia teología que condena el mismo cristianismo al trato inhumano que se tiene para los comunistas. De esta manera la religión del mercado es transformada en el cri- terio de verdad para todas las demás religiones, que no pueden tener verdad si no coinciden con los fundamentos básicos de la religión del mercado. Así, una discusión con la propia teología es perfectamente innecesaria, pero a la vez imposible. De todas maneras vale: el dios verdadero es el dios de las mercancías. Extra ecclesiam nulla salus . La iglesia correspondiente es el mercado mismo. Pero ya antes había llegado Rockefeller como Vicepresidente del gobierno de Nixon en el año 1969, en la ocasión de un viaje por Lati- noamérica, a un resultado muy parecido. En su declaración posterior

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