El Vuelo del Fénix

EL VUELO DEL FÉNIX 326 cas son tan sofisticadas que ninguno de nosotros, simples mortales, podemos intervenir ni discutir sobre sus grandes realizaciones. El principio de autocontención tanto para reconocer nuestros propios límites como individuos y especie como para fijar unos cri- terios que se opongan al supuesto de que la forma mercancía es algo aceptable en sí mismo. Con este criterio se cuestiona, para empezar, el culto al crecimiento económico, con el que se supone que se puede propender por un incremento infinito de mercancías, sin tener en cuenta el carácter limitado de los bienes naturales, porque incluso los bienes que son renovables necesitan tiempo para recuperarse y preservarse. Con este principio se cuestiona el consumo ostentoso y despilfarrador y la idea nefasta de que la felicidad se expresa en tener muchas mercancías, materiales e inmateriales, como expresión de lo que Pierre Paolo Pasolini llamó el “fascismo del consumo”. En contra, es necesario proponer otra forma de vivir plenamente la vida, con la satisfacción de las necesidades básicas como seres humanos, planteando que se puede vivir mejor con menos. De la misma forma, la autocontención exige la renuncia al supuesto falso de que con la tecnociencia mercantil se puede hacer de modo impune lo que se nos venga en gana, sin medir las consecuencias sobre la naturaleza y sobre los seres humanos. El principio de biomímesis o imitación de rasgos de la natu- raleza, lo que se constituye en un criterio indispensable de soste- nibilidad ecológica. Con la biomímesis se plantea la urgencia de hacer compatibles los sistemas productivos de la humanidad con la biosfera. Este principio ya había sido anunciado por Demócrito de Abdera en la antigua Grecia, cuando afirmó que “somos discí- pulos de los animales en las cosas más importantes: de la araña, en el tejido y la costura; de la golondrina, en la construcción de la casa; de las aves canoras del cisne y el ruiseñor, en el canto; y (todo ello) por imitación” (citado en Riechmann, 2006:194). La biomímesis implica considerar cosas elementales, pero olvidadas en medio de la histeria productivista y consumista de mercancías, pero que en épocas de catástrofes la naturaleza se encarga de re- cordárnoslas: funcionar a partir de la luz solar, utilizar únicamente la energía imprescindible, reciclar lo que se pueda, mantener la diversidad, aprovechar la cooperación, pensar en las generaciones futuras. Esto, desde luego, no puede ser separado de un proyecto anticapitalista que reorganice la sociedad y oriente de otra forma las relaciones hombre-naturaleza, con la perspectiva de impedir la destrucción de nuestra casa común. Y todo esto se basa en una realidad insoslayable que puede ser expresada en parte de la misma jerga tecnoecónomica: la naturaleza es la “única empresa que no ha

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