El Vuelo del Fénix

321 Renán Vega Cantor El capital es trabajo muerto que sólo se reanima, a la manera de un vampiro, al chupar trabajo vivo, y que vive tanto más cuanto más tra- bajo vivo chupa” (Marx, 1988:279-280 vol 1). Lo que finalmente absor- be el vampiro capitalista (la sangre) es fuerza de trabajo de los seres humanos y naturaleza, y a ambos destruye y aniquila. Dicho con el lenguaje propio de Marx, el capitalismo tiene una sed de plusvalía que nunca podrá ser saciada, siempre quiere arrancar más y más trabajo excedente, para aumentar su acumulación de capital y de riqueza. Y, como ya se ha dicho antes, esa plusvalía se plasma en mercancías, las cuales se producen con materiales y energía, incluso las llamadas “mercancías inmateriales”. Algunos ejemplos ilustran ese carácter destructivo con respecto a la naturaleza. Un concepto de la ecología nos ayuda a entender lo que estamos diciendo, el de mochila ecológica, que involucra “la suma de todos los materiales que han sido necesarios para la elaboración de un determinado producto, durante todo su ciclo de vida (extracción de materias primas, transporte, producción y vertido)”. Algunos ejem- plos son ilustrativos de ese carácter destructivo de la producción mer- cantil capitalista: para fabricar un cepillo de dientes se necesitan 1,5 kilos de materiales, 75 kilos para un teléfono móvil, 1,5 toneladas para un computador, 14 toneladas para un automóvil, y un chip electróni- co “que pesa 0.09 gramos”, requiere “20 kilogramos, ¡más de 220.000 veces su peso!”; fabricar un computador, con una pantalla plana de 17 pulgadas, necesita de 240 kilogramos de combustibles, 2.2 kilogramos de productos químicos y 1500 kilogramos de agua; cuando un auto- móvil circula expulsa a la atmosfera más de mil sustancias diferentes, sin que tengamos ni idea de sus efectos sobre la salud humana y ani- mal (Herrero et al., 2011:72, 119 y 164). La mercantilización de la vida, de la naturaleza, de la cultura, del medio ambiente tiene límites económicos, ecológicos y políticos que no son otra cosa que la expresión a basta escala de las contradiccio- nes de la mercancía y del capitalismo que la ha universalizado, que en el fondo consiste en el intento imposible de hacer que las mercan- cías se liberen del valor de uso y el valor de cambio pueda crecer de manera ilimitada. Como la mercancía es la célula económica y social del capitalis- mo, su análisis y comprensión es esencial para entender fenómenos tan diversos como las guerras contemporáneas (tras las cuales asoma el control del petróleo, un producto natural convertido en mercancía), las crisis económicas (con la sobreproducción y no realización de las mercancías), los desastres hidrogeológicos de nuestros días (por la mercantilización, entre otras, de las selvas, bosques, ríos y sistemas ecológicos del mundo), la crisis de los Estados nacionales (obligados

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