El Vuelo del Fénix

EL VUELO DEL FÉNIX 304 tanto, en el capital como la relación de producción fundamental del sistema capitalista que Marx desarrolló en los Manuscritos parisino de 1844 , en La Ideología Alemana y en Los Grundrisse . El capital que es producido por el trabajo, ahora se enfrenta a éste como un inmenso poder, como trabajo objetivado que se manifiesta hostilmente como una fuerza de dominación del trabajo vivo. La ley de producción de plusvalía establece la coherencia inte- gradora de los resultados de la investigación científica del modo de producción capitalista presente en El Capital . La venta de la fuerza de trabajo del obrero libre al capitalista le otorga a éste el valor de uso de la mercancía del obrero (su fuerza de trabajo) que es sólo valor de cambia para él. Pero el valor de uso de esa fuerza de trabajo de la que ahora dispone el capital es, justamente, el poder, la capa- cidad creadora del trabajo vivo que produce valor, muy por encima de su precio como tal mercancía (el salario), muy arriba de su valor de cambio, por ejemplo, en un solo día de trabajo. De modo que por el uso que el capital hace del valor del trabajo vivo (que representa la mercancía que posee el obrero) se produce un excedente que, me- dido en tiempo de trabajo, el capitalista jamás pagará al vendedor de la fuerza de trabajo, lo cual hará aparecer la plusvalía, clave de la acumulación y, por consiguiente, de la riqueza capitalistas. En otras palabras, esta desproporción y desequilibrio equivalenciales consti- tuyen la base central de la riqueza capitalista que como ley de gene- ración de plusvalía es el eje gravitacional de otras leyes del capital como la ley de la acumulación, la ley del valor y la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Estas leyes constituyen el corazón del sistema del capital y son, en articulación con otro tanto conjunto de leyes que organizan des- de el capital la explotación del trabajo humano, la trama que consti- tuye su fuerza de expansión y, al mismo tiempo, sus propios límites históricos; limites que el capital no podrá sobrepasar a costa de la naturaleza y, menos aún, de la vida humana. Las bases materiales y espirituales de la actividad humana creadora y transformadora de la realidad, es decir, de la praxis humana, crecen dentro de él (del siste- ma de producción del capital), configurado y movido por sus propias contradicciones inherentes y de progresiva complejidad. El desarrollo histórico de la conciencia (social e individual) es también un proceso social que es capaz de producir, desde sí mismo, el germen y las capa- cidades que subviertan (dialécticamente) la alienación y cosificación de la propia conciencia, como un poderoso impulso ontohistórico a la emancipación humana. Marx dejó inscrita en las páginas de El Capital la convicción definitiva de que una gran perspectiva real de la esperan- za histórica de la vida humana se acrecentaba cada vez más a través

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