El Vuelo del Fénix
301 Américo Alvarado regida, en su eje principal, por la explotación del trabajo asalariado a manos del capital, cobra el carácter general de una gran cosificación (fetichización) universal, por la forma de mercancías que asumen, ne- cesariamente, como frutos del trabajo social que son, y que en tanto tales, adquieren la forma de valor, la cual no es más que la forma so- cial que en el sistema de producción capitalista, en tanto mercancías, revisten los productos del trabajo. En el sistema capitalista, que es sólo una forma histórica espe- cífica y transitoria que adquiere el desarrollo de la producción social de la vida de los seres humanos, el carácter social de los productos del trabajo, por ser el fruto de trabajos privados e independientes los uno de los otros, trabajos diversos y especializados entre los cuales no media la relación directa entre los productores, aparece disfra- zado, encubierto; se refleja este carácter social de los productos del trabajo, en tanto son mercancías, en una extraña y aparente (misti- ficada), condición de portadores de cualidades que trascienden su simple objetualidad de ser productos del trabajo humano que, sien- do el trabajo de diversos productores, es también trabajo social, el trabajo general de una sociedad. De modo que estos productos, en tanto mercancías, son el resultado de diversos trabajos concretos, pero también, son el fruto indistinto común y general de la fuerza humana, de la energía corporal, física e intelectual de los hombres y, en este sentido, son el fruto del trabajo abstracto, del trabajo gene- ral de una sociedad. Estos productos son producidos, directamente, para el cambio y no para la satisfacción inmediata de las necesidades humanas, es decir, que no son producidos en atención, principal- mente a su utilidad, es decir, a su valor de uso. Es en el cambio de los productos del trabajo como valores donde entran en contacto los productores privados que a través de sus productos lo que hacen es intercambiar sus diversos trabajos, los cuales, justamente a través de su diversidad, son susceptibles de intercambiarse por lo que tienen de común todos por ser el resultado de un trabajo humano igual, en tanto es gasto de energía y fuerza humana de trabajo. Aquellos tra- bajos concretos al entrar en contacto a través del cambio, mediante el intercambio de sus productos como valores, se intercambian ellos mismos como trabajo humano igual, como trabajo abstracto, despo- jado, cada cual, de sus particularidades específicas, de su carácter concreto (Rubín, 1980). Así, los productos del trabajo, al ser producidos directamente para el cambio, asumen el carácter de mercancías, es decir, la forma social del valor. Esta forma social del valor, característica del sistema de producción de mercancías, propia del régimen del capital, crea la apariencia, en estas mercancías, de ser original y autónomamente en-
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