El Vuelo del Fénix
283 Roger Landa va acompañada de un perfeccionamiento de la maquinaria que per- mite compensar dicha reducción con una intensificación del grado en que estos gastan su fuerza de trabajo en el mismo período de tiempo. De allí que Marx concluya de manera tajante las consecuen- cias que tiene la maquinaria cuando es introducida en el proceso de producción capitalista: ¡Las contradicciones y antagonismo inseparables del empleo capitalis- ta de la maquinaria no existen, ya que no provienen de la maquinaria misma, sino de su utilización capitalista! Por tanto, como considerada en sí la maquinaria abrevia el tiempo de trabajo, mientras que uti- lizada por los capitalistas lo prolonga; como en sí facilita el trabajo, pero empleada por los capitalistas aumenta su intensidad; como en sí es una victoria del hombre sobre las fuerzas de la naturaleza, pero empleada por los capitalistas impone al hombre el yugo de las fuerzas naturales; como en sí aumenta la riqueza del productor, pero cuando la emplean los capitalistas lo pauperiza, etc. [...] (2012:538). Ahora bien, ¿es esto así en la periferia colonial? ¿cómo se produce la subordinación real del trabajo bajo el patrón de poder colonial? El punto de partida aquí para Marx es claro: el desarrollo tecnológico de la industria moderna crea consigo una nueva división internacional del trabajo adecuada a los centros productivos de dicha industria. Y en la construcción de dicha división, el sistema de maquinas junto a su constante renovación tecnológica se localizan como atractores principales. Más arriba argumenté cómo el proceso de expansión de la relación capital supone el ejercicio de la coerción extra-económica sobre la periferia colonizada de manera diferenciada según las distin- tas áreas geohistóricas. Con el desarrollo de la maquinaria y el impul- so que ello supone para el régimen fabril, la maduración progresiva de éste es concomitante a la creación de las condiciones generales del sistema productivo dentro de la gran industria. En lo tocante al punto de la división internacional de trabajo, dos cuestiones son fun- damentales. Primero, la capacidad de producir máquinas por medios de máquinas, es decir una revolución técnica en el mismo plano de producción del medio característico para construir la base tecnológi- ca adecuada a las demandas de crecimiento del capital. Segundo, la revolución de los medios de transporte y circulación, es decir, de las condiciones generales de la producción social, apuntaladas por el mis- mo desarrollo tecnológico. Así, una vez alcanzado este nivel de madu- rez del moderno sistema fabril, el modo de producción capitalista que se funda en él “adquiere una elasticidad, una capacidad de expansión súbita y a saltos que sólo encuentra barreras en la materia prima y en el mercado donde coloca sus propios productos” (Marx, 2012:549).
RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=