El Vuelo del Fénix

EL VUELO DEL FÉNIX 280 Nuevamente nos encontramos con la expresión material en el de- sarrollo histórico del sistema capitalista de una diferencia específica que atiende al patrón de poder colonial y que supone, para el centro, el despegue de la gran industria –en sentido capitalista estricto– y, por consiguiente, la subordinación real del trabajo vivo de artesanos y campesinos al capital. Nuevamente, en Inglaterra, encontramos un ejemplo clásico en el centro del sistema de las consecuencias de dicha subordinación. Lo primero que hay que indicar es que sólo con la gran industria y la introducción de la tecnología fabril se completa definitivamente la expropiación de la población rural al proporcionar el “fundamento constante de la agricultura capitalista”, con lo cual se “lleva a término la escisión entre agricultura e industria doméstico-rural”, completán- dose, así, la creación del mercado interno (Marx, 2012: 937). Todo el abanico de valores de uso producidos de manera más o menos autó- noma por las clases rurales inglesas (la industria subsidiaria como vimos más arriba) son incorporados al proceso de producción del capital, con lo cual, la adquisición de los mismos, que continua sien- do necesaria para la vida de dichas clases, pasa por su disponibilidad como valores de cambio en el mercado. Pero, no de cualquier valor, sino de valores que se realizan para la reproducción de más capital. Se mercantilizan, entonces, los bienes esenciales para la vida de las clases trabajadoras y que en la formación anterior eran producidos sin necesidad de mediar con el capital. Junto a lo anterior también se producen tres consecuencias in- mediatas para las clases trabajadoras. En primer lugar, con la ma- quina el capital logra apropiarse de toda la fuerza de trabajo subsi- diaria, así como aquella fuerza representada por corporalidades aún sin desarrollar: niños y niñas, o con un valor de uso aún disponible para el sustento familiar: las mujeres. La maquina se convierte en medio para “aumentar el número de asalariados, sometiendo a todos los integrantes de la familiar obrera, sin distinción de sexo ni edades, a la férula del capital” (Marx, 2012:481). Con ello también se logra desvalorizar la fuerza de trabajo masculina, puesto que el valor de ésta no incluirá en lo seguido el valor de los medios de subsistencia de toda la familia; el valor de estos últimos serán repartidos ahora entre más trabajadores. El trabajo domestico cuyo propósito era la reproducción de la familia es usurpado por el capital, subordinando así el mismo consumo de las familias trabajadoras y subordinado el trabajo que antes era un valor de uso para sí mismas. Con la usur- pación del trabajo doméstico y el vacío que crea la proletarización del trabajo femenino, se amplía la esfera de explotación del capital; es decir, lo que antes eran trabajos que no reproducían capital, pero

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