El Vuelo del Fénix

271 Roger Landa capitalismo industrial europeo a duras penas habría remontado su fase mercantil en el siglo XVIII” (2014:94) El juicio de la historiadora no es menor si se tiene en cuenta que, en especial con el descubrimiento de las minas del Potosí (Bolivia) en 1545 y de Zacatecas (México) en 1546, fluyeron desde América hacia Europa 30 mil kilogramos de oro durante los primeros treinta años de conquista. Siglo y medio después, se habían transferido al continente europeo unas 181 toneladas de oro y otras 16 mil toneladas de plata (Vega Cantor, 2013:68). Habría que agregar el amplio comercio no oficial que potencias europeas, Inglaterra y Holanda principalmente, practicaban en los circuitos comerciales que se articularon en torno a la explotación de las minas mencionadas, cuya transferencia de va- lores en plata y oro es imposible cuantificar con precisión, pero que pudo haber llegado al doble del comercio oficial con el circuito at- lántico articulado desde Sevilla (Moutoukias, 1999). Ahora, ¿cómo se obtuvo tal suma de metales precioso? Por métodos aún más “idílicos” que los empleados en Inglaterra. Se trató, en suma, de un genocidio de aproximadamente 80-90% de la población originaria, incluyendo el exterminio de culturas completas como el caso del caribe insular. Aquí el despojo de la tierra estuvo acompañado de un amplio período de conquista, por lo que el proceso a través del cual los pueblos ori- ginarios fueron sometidos materialmente, estuvo acompañado a un mismo tiempo de la destrucción de buena parte las relaciones im- plicadas en la objetivación de su vida en la formación anterior; por ejemplo, “les aniquilaron gran parte de sus saberes ancestrales y se apropiaron de otra parte de esos saberes, entre ellos relacionados con la alimentación” (Vega Cantor, 2013:72). Como explica la historiadora arriba citada: La expansión del mercantilismo fuera de Europa creó una situación inédita en la sociedad europea. Roma y Grecia ya habían penetrado regiones lejanas o “exóticas” como Egipto, Irán y la India. Pero estos pueblos no dejaron de ser lo que habían sido luego de las invasiones griegas o romanas. Caso diferente fueron las Galias (Francia), Germa- nia o Brittany, que se transformaron en provincias culturales de Roma. Pero en Nuestra América, tanto los españoles como los portugueses y los ingleses, entre otros, simplemente trataron de hacer tabla rasa con los pueblos y las culturas originarias. Donde hubo urbanismo, lo des- truyeron e impusieron el suyo; donde no lo hubo hicieron lo mismo; impusieron también su lengua, su religión, su cultura y sus medios de narrar la historia a su conveniencia (Vargas Arenas, 2014:92). Buena parte del exterminio de la población originaria se hizo su- perexplotando su fuerza de trabajo para llevarla a límites insospe-

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