El Vuelo del Fénix

269 Roger Landa o distintas prácticas de coerción, cumple y vigila la subordinación formal de trabajo bajo el capital. Otro capítulo importante de la subordinación formal del trabajo al capital es la subordinación de la industria rural subsidiaria, o lo que llama Marx la separación entre manufactura y agricultura. En efecto, con la expropiación de la tierra de los campesinos, también va siendo expropiando los medios alimentarios antes producidos por ellos, pero que ahora deben ser adquiridos como valores de cambio en el merca- do interno. Igualmente, se expropia a muchos productores pequeños e independientes que producían de manera directa para consumido- res locales del campo, así, “una gran parte de los artículos antes pro- ducidos en el campo mismo se convierten en artículos manufactu- rados” (Marx, 2012:935). Aquí se crea una nueva clase de pequeños campesinos que ya no son propietarios de sus medios de producción artesanal, sino que “cultivan el suelo como ocupación subsidiaria y practican como actividad principal el trabajo industrial para vender el producto a la manufactura, sea directamente o por medio del co- merciante” (Marx, 2012:936). Los distintos productores del campo de la industria subsidiaria que se encontraba dispersa y sin conexión, son ahora conectados bajo un mismo capital, pero para trabajar en función del mercado que dicho capital genera. Aquí, la subordinación de los procesos de trabajo también se produce de manera formal, sin transformar completamente el modo de trabajo característico, sino que lo subordina al capital constante tal y como se halla en desarrollo en la formación anterior. Ahora bien, si este es el proceso inicial –o algunos ejemplos– de subordinación formal del trabajo vivo en el centro del sistema y, en particular, en el país pionero de la revolución industrial, ¿qué sucede cuando volteamos la mirada hacia el proceso en el mundo colonial? Observemos cómo Marx introduce el tema. El descubrimiento de las comarcas auríferas y argentíferas en Amé- rica, el exterminio, esclavización y soterramiento en las minas de las población aborigen, la conquista y saqueo de las Indias Orien- tales, la transformación de África en un coto reservado para la caza comercial de pieles-negras, caracterizan los albores de la era de producción capitalista. Esos procesos idílicos constituyen factores fundamentales de la acumulación originaria. Pisándole los talones, hace su aparición la guerra comercial entre las naciones europeas, con la redondez de la tierra como escenario. Se inaugura con el alzamiento de los Países Bajo y su separación de España; adquiere proporciones ciclópeas en la guerra anti-jacobina llevada a cabo por Inglaterra y se prolonga todavía hoy en las guerras del opio contra China, etcétera. (2012:939)

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