El Vuelo del Fénix
EL VUELO DEL FÉNIX 26 tal que se desarrolla según va subsumiendo formal y/o realmente de manera diferenciada y concomitante dimensiones de re reproducción de la vida y espacios geográficos, determina la medida de acuerdo a la cual se tejen las relaciones de dominación nacional, continental y mundial. En definitiva, se trata de una geopolítica del capital en tan- to expansión de sus procesos de dominación sobre el metabolismo mundial como subordinación de los procesos de reproducción bajo la lógica de valorización. El cierre de dicho proceso, según argumenta Veraza, se produce como subordinación real del consumo bajo el ca- pital y se expresa en la degradación civilizatoria mundial por el con- sumo de valores de uso nocivos para la vida, y la proletarización de la humanidad que actualiza la revolución proletaria internacional. A esta subordinación del consumo le corresponde un fetichismo cósico “caracterizado porque en él no es la mercancía sino la cosa misma en tanto valor de uso nocivo la que trastorna la conciencia de los agentes sociales” para tanatizar la vida social. Para enfrentar esta situación, es necesario la universalización de la democracia directa mediante la democracia participativa. El reino de la mercancía y la religión del mercado El aporte de Renán Vega Cantor se centra en la facticidad con la cual Marx caracteriza al modo de producción capitalista desde el primer capítulo de El Capital , a saber, el estar conformado por un “cúmulo de mercancías”; hecho que es ampliamente constatable en la actualidad. Vega argumenta que la relación que establece el capitalismo entre mer- cancía y la sociedad supone la producción de un tipo de consumo y un sujeto de consumo fundado en la exacerbación las necesidades y repro- ducción un conjunto de necesidades ficticias. Dicha dinámica, dentro de la polarización social que conlleva el sistema, supone que la mayoría de la población mundial no pueda satisfacer sus necesidades básicas, mientras que sobre su trabajo se crea el cúmulo de mercancía que ali- menta el consumo compulsivo de una minoría que, a fin de cuentas, lo que hace es reproducir las ganancias de los capitalistas. La forma feti- chista que adquiere la mercancía en el capitalismo oculta esta realidad que es destructiva tanto de las personas sometidas a la compulsión de su producción-consumo, como a la misma naturaleza que se la some- te a una explotación ilimitada de sus recursos finitos. De allí que los límites del capitalismo vengan dados por los mismo límites ambienta- les, tecnológicos, demográficos, laborales y energéticos que enfrenta la forma mercancía; límites que deben ser superados mediante principios claros que guíen la formación de un nuevo modo de producción. Por su parte, sobre este reino de la mercancía y su mistificación fetichizada se funda la crítica de la religión que Marx realiza, y que se
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